La crisis político-diplomática entre Estados Unidos y Corea del Norte literalmente escondió una de sus consecuencias: una carrera armamentista en la región.
De entrada, tanto Corea del Sur como Japón, alarmados por los ensayos nucleares y de proyectiles dirigidos del régimen norcoreano, y ya no del todo confiados en la sombrilla nuclear estadounidense, han comenzado a buscar el fortalecimiento de sus propios militares. Y si se agregan otros factores, como la potencia china y su propio aumento de potencial militar, se dan las condiciones para una carrera armamentista.
La primera consecuencia es el interés de sudcoreanos y japoneses en la adquisición de portaaviones propios, que incrementarían sus propias capacidades disuasorias y de proyectar poder, señaló la empresa de análisis geopolítico Stratfor.
Ambos están relativamente avanzados o se proponen usar y readaptar buques que ya tienen para ajustarlos con bases aéreas flotantes, quizá más pequeñas que las estadounidenses o las chinas, pero finalmente suyas.
De acuerdo con reportes de la agencia noticiosa Kyodo y ampliamente consignados en la prensa del Extremo Oriente, Japón desea aprovechar sus dos barcos portahelicópteros tipo Hyuga, que puede transportar hasta 18 helicópteros, y sus dos barcos del más moderno tipo Izumo, con capacidad para 28.
Son los navíos más grandes de la Armada Japonesa y los que podrían ser reconfigurados para transportar aviones caza-bombarderos F-35B, invisibles al radar.
En el caso de Corea del Sur, se trata de un barco de la clase Dokdo, capaz oficialmente de transportar hasta 200 vehículos diversos y 15 helicópteros. Presuntamente, la idea sería adaptarlo, igualmente para el uso de aviones F-35B.
El F-35B es descrito como un avión polivalente capaz de despegar en corto.
FACTORES QUE COMPLICAN
A pesar de ser nominalmente aliados, Corea del sur y Japón desconfían entre sí, y su reforzamiento tiende a señalar también su interés en no quedarse detrás del otro. Corea del Sur y Japón tienen una historia de conflictos y viejas rencillas marítimas y territoriales.
"Gran parte de la formación de la identidad nacional de la República de Corea ha girado en torno a la oposición a Japón y la identidad japonesa enfrenta desafíos para acomodar a Corea del Sur", consignaron Brad Glosserman y Scott A. Snyder, autores del libro The Japan and South Korea Identity Clash (El Choque de las Identidades de Japón y Corea del Sur).
Uno de esos temas es el de las mujeres coreanas apresadas por fuerzas japonesas de ocupación en la Segunda Guerra Mundial y obligadas a servir como prostitutas para militares japoneses. Los gobiernos nipones han rehusado disculparse por esas acciones, lo que ha tenido impacto negativo en la relación bilateral.
En esas condiciones, la decisión japonesa de cambiar el status no-intervencionista y puramente defensivo de sus Fuerzas de Autodefensa en 2015, no redujo la preocupación de los sudcoreanos.
Ambos países quedan, sin embargo, muy atrás del acelerado desarrollo de la República Popular China, que ha ampliado con rapidez su propia flota y espera continuar por el tiempo previsible. El Tipo 001A, el primer portaaviones de fabricación nacional de China, zarpará para pruebas en el mar en los próximos meses y de acuerdo con Stratfor hay indicios de que Pekín iniciará los preparativos para la construcción de otro portaaviones, el Tipo 002 en el astillero Jiangnan en Shanghái.
Con ellos, y junto con el operativo Tipo Liaoning 001, la Armada China pronto contaría con tres portaaviones, con la posibilidad de más por venir. De acuerdo con los reportes de Stratfor, los barcos de la Armada china tienen capacidad para transportar 45 o 55 aviones. Los reportes consignan que otros navíos podrían aumentar la capacidad aeronaval china, como el buque de asalto anfibio Tipo 075, en construcción por Hudong-Zhonghua Shipbuilding en Shanghái.
"Las actividades de China en el Mar del Sur de China sirven como un recordatorio tangible para ambos países de que el ascenso de China tendrá implicaciones estratégicas y de seguridad para ambos, lo que subraya la necesidad de que ambos países trabajen juntos", apuntaron Glosserman y Snyder, que al mismo tiempo expresaron sus dudas al respecto.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS