La amenaza representada por el cártel de Los Zetas ha disminuido radicalmente en México, aunque sus imitadores o sucesores son igualmente violentos y sanguinarios, indican tres libros en torno a la organización que logró corromper gobiernos estatales, creó y perfeccionó modalidades delictivas.
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Según las versiones incluidas en libros publicados en EU, Los Zetas fueron más que un cártel,"un conglomerado criminal, con una gama apropiadamente diversa de actividades: extorsión, tráfico humano, venta minorista de drogas, piratería, secuestro y tráfico de drogas, comercialización de las ventas de petróleo y gas".
Dos de los libros, Bloodlines: The true story of a drug cartel, the FBI and the battle for a horse-racing dynasty de Melissa del Bosque, y Bones: brothers, horses, cartels and the borderland dream de Joe Tone, se enfocan en José Treviño, hermano estadounidense de Miguel Treviño, líder de Los Zetas condenado a prisión por un esquema de lavado de dinero que incluyó la compra de caballos de carreras.
La relación de los hermanos Treviño y su aparición en el mercado de caballos de carreras es el centro de dos de las obras. La tercera y la que más ha llamado la atención es Los Zetas Inc. en el que la autora Guadalupe Correa Cabrera, catedrática de la Universidad de George Mason, incluye un subtítulo que pone una nueva perspectiva al cártel: Corporaciones criminales, energía y guerra civil en México.
Según la autora, de la misma forma que se inmiscuyeron en la producción, distribución y comercialización de petróleo y sus derivados, al grado de desacelerar esa industria; buscaron otras fuentes de ingresos, combatieron a imitadores que usaban su nombre, y tuvieron una relación íntima con gobiernos estatales.
Entre éstos, señaló a los gobiernos de Coahuila, bajo Humberto Moreira, y de Veracruz, con Fidel Herrera. "Los Zetas no son un grupo convencional del narcotráfico", escribió Correa.
Para ella, "la pregunta más importante que debemos hacer en torno al surgimiento de Los Zetas, su nuevo modelo de crimen organizado e interacción con otros grupos criminales y de gobierno sería ¿quién se beneficia de este nuevo modelo criminal y las respuestas del gobierno?", planteó.
Según Correa Cabrera, los principales beneficiarios son grandes empresas nacionales y trasnacionales, incluso productoras de armas, el sistema bancario internacional (debido a los miles de millones de dólares que se lavan a diario), la economía fronteriza de EU, el complejo de seguridad fronteriza, militar e industrial estadounidense, y varias formas de capital corporativo, particularmente empresas petroleras y gaseras internacionales.
En su texto, Correa Cabrera hace un caso por la idea de que los principales beneficiarios del "estado de guerra" introducido por las tácticas de Los Zetas y las respuestas gubernamentales han beneficiado empresas y pretende mostrar "los efectos económicos de la paramilitarización criminal, la militarización y el paramilitarismo en México".
Los comentaristas del libro resaltaron que hay pocos ejemplos de la complicidad de Los Zetas con funcionarios federales, a diferencia de sus rivales de Sinaloa. Más bien el grupo dominó la política a nivel estatal, absorbiendo a los gobiernos de Humberto Moreira, en Coahuila y Fidel Herrera, en Veracruz, entre otros, destacó Patrick Corcoran, que reseñó los libros en la web de InsightCrime, un centro de análisis sobre el crimen organizado.
El libro señala sus pretensiones: las obras, y en especial Zetas Inc, presentan una perturbadora visión de Los Zetas, que ampliaron la perspectiva y el impacto de los cárteles criminales en México. "Hubo indicios tempranos de que Los Zetas no eran un equipo ordinario de matones", consignó Corcoran, al recordar los orígenes del grupo en el Ejército de México y su entrenamiento en EU, que les dieron "un aire de competencia siniestra".
Además, "los enormes arsenales de Los Zetas desataron una carrera armamentista en grupos criminales mexicanos, que multiplicaron el impacto destructivo del grupo".
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS