Venezuela es uno de los cinco países latinoamericanos que más consume alcohol; la crisis económica y la hiperinflación han llevado a sus habitantes a ingerir bebidas embriagantes de baja calidad y dudosa procedencia.
De acuerdo con el Informe estadístico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 2017, en Venezuela se bebe en promedio 8.9 litros por persona, una cifra mayor a la media mundial que es de 6.4 litros; en México se consumen 7.2 litros.
Pero la escalada extrema en los precios —en 2017 la inflación fue de 2,600%— ha orillado a los consumidores a buscar alternativas.
El ron de caña, el whisky y hasta la cerveza han sido desplazados de las copas por las bebidas espirituosas de baja calidad, también conocidas como "gasolinas" por su fuerte sabor y alta concentración etílica.
Son versiones menos elaboradas y con menor añejamiento, con un precio más bajo, pero aún así no son de tan fácil acceso.
El salario mínimo ronda los 350 mil bolívares al mes (62.96 pesos en cambio de moneda oficial y 29 pesos con el cambio en el mercado negro).
Una botella de cocuy —una bebida alcohólica de agave— oscila entre 250 mil y 590 mil bolívares. En las carreteras el precio es más bajo.
Por años la producción de cocuy —un destilado del agave cocui que crece en las zonas secas de Venezuela— fue prohibida, pero desde 2001 tiene una Denominación de Origen Controlada.
El precio ha popularizado su consumo, y también hay variaciones de calidad en esta bebida ya de por sí considerada de baja clase.
Hay cocuy 100% de agave y también mezclado con otros tipos de alcohol o frutas, pues no hay suficientes pencas y la producción de caña para ron también es escasa.
En 2012, cuando Hugo Chávez estaba al frente del país, la nación sudamericana figuraba todavía como una de las mayores importadoras de whisky.
También, como un importante productor de ron de caña, al perfeccionar su técnica de destilado y reglamentar un mínimo de dos años de añejamiento. Pero ahora, esa industria está en crisis, con una caída de la producción de caña de azúcar, que se reportaba, en diciembre pasado, a 20%, según la Federación de Asociaciones de Cañicultores de Venezuela.
Las bebidas de mayor calidad cuestan millones de bolívares —una botella de Buchanan's cuesta hasta 12 millones de bolívares, unos mil pesos— las más baratas representan un riesgo potencial a la salud.
El principal peligro de consumir bebidas de producción casera o de deficiente proceso de destilación es el alto nivel de etanol que pueden causar daño irreversible en el nervio óptico e incluso la muerte.
El periódico venezolano El Nacional informó hace unos días del aumento de muertes por experimentar con licores. En sólo cuatro meses, 11 personas fallecieron intoxicadas, tras consumir las llamadas "gasolinas", bebidas de baja calidad con alto contenido de alcohol o de fabricación casera.
Y es que la Cámara de Licores de Venezuela reportó una caída de 70% en las ventas tan sólo en 2017.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que este 2018 la economía de Venezuela se contraiga 15%, y se espera una hiperinflación de 13,000 mil%.
POR ALEJANDRA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ