El acercamiento que han tenido las fuerzas armadas de México y Estados Unidos durante la última década ha sido notable, ya que hoy en día gozan del mejor nivel de relación desde la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas armadas de ambos países se han transformado de vecinos distantes -considerados en ocasiones incluso disfuncionales- a socios cercanos, con agendas comunes. El contacto es tan fluido, que es descrito por altos diplomáticos como el oasis de la relación en estos momentos. Este nivel tan positivo ha sido posible gracias a voluntad, paciencia y confianza de ambas partes. Los más recientes esfuerzos en ambas partes indican que se dirigen hacia convertirse en aliados regionales de facto. Aclaro “de facto”, pues para establecer una alianza formal los poderes legislativo y ejecutivo de ambas naciones tendrían que participar y por el momento el clima político está muy lejos de ser el ideal.
El acercamiento ha permitido que instituciones militares en ambos países logren desarrollar suficiente confianza para facilitar el intercambio de información, entrenamiento, conocimiento (know-how) e inteligencia, que en algunos aspectos es similar al que tienen los aliados anglosajones más cercanos, los países denominados “Los Cinco Ojos” (The Five Eyes: Canadá, EU, Reino Unido, Australia y Nueva Zelandia).
[caption id="attachment_671" align="alignnone" width="1024"] James Mattis, secretario de la Defensa de EU. REUTERS/Jonathan Ernst[/caption]
Si bien ha habido contacto a distintos niveles desde la Segunda Guerra Mundial, el acercamiento actual comenzó en 2007 desde el nivel político y gradualmente ha ido permeando en cascada; primero a nivel de las oficinas de los tres secretarios de gabinete (SEMAR, SEDENA y OSD del Pentágono) y de ahí a los Estados Mayores mexicanos y el Estado Mayor Conjunto del Pentágono (JCS), los comandos geográficos (NORTHCOM y en cierta medida SOUTHCOM) y las jefaturas de fuerzas como el Ejército Norte o la Fuerza Aérea Norte (ARNORTH y AFNORTH) entre otros de EU. Gradualmente, la cooperación llegó a unidades operativas, que son sin duda las que mayor beneficio obtienen. De igual manera, la relación militar-militar ha facilitado que se mejore la comunicación entre los militares mexicanos y otras dependencias de seguridad de EU, como el Servicio de Guardacostas (USCG) y la Patrulla de Aduanas y Frontera (CBP). Dado que no hay homólogos civiles de éstas en México sus funciones recaen en las fuerzas armadas.
La relación militar México-EU ha soportado de una manera formidable -por lo menos hasta el momento- el vaivén de emociones y retórica anti-mexicana expresadas por la administración Trump, así como las respuestas de políticos mexicanos -algunos electos, pero en su mayoría aspirantes- y uno que otro académico anticuado adoctrinado de ideas obsoletas y decimonónicas que busca aprovecharse de los egos heridos para fomentar comportamientos ultranacionalistas y patrioteros. Vivimos en una época en que la velocidad de las telecomunicaciones nos presiona a estar informados prácticamente en tiempo real y son pocas las personas que tienen la capacidad y el entrenamiento para filtrar, analizar y absorber lo relevante, por lo tanto, la mayoría somos vulnerables a la manipulación de las emociones.
El balancear la relación entre dos actores que tienen una profunda asimetría en cuanto a capacidades no es fácil. La diferencia en cuanto a fuerza, material y tecnología es significativa.
[caption id="attachment_673" align="alignnone" width="1024"] El secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda.
NOTIMEX/FOTO/GUSTAVO DURÁN/GDH/POL/[/caption] Estados Unidos es, por mucho, la principal potencia militar mundial. Sus fuerzas armadas numeran más de 1.3 millones de tropas, de las que mantiene desplegadas 90,000 alrededor del mundo. Su presupuesto de defensa supera los 600 mil millones de dólares (MMDD) en 2017, lo que equivale al 40% del gasto militar mundial. Para colmo, estas cifras son las más bajas en los últimos 15 años. La administración Trump busca una ampliación para acercarse a los 640 MMDD para el año fiscal 2018. El presupuesto pedido para 2018 ha sido descrito por la propia administración como el regreso de EU a la proyección del Poder Duro (hard power - poder empleando medios militares y económicos coercitivos) y que se contrapone a la preferencia de la administración Obama por el poder blando (soft power- basado en la diplomacia y capacidad de influencia valiéndose de medios culturales e ideológicos). Las fuerzas armadas mexicanas, por su parte, están compuestas de poco más de 270,000 miembros. Ambas secretarias desplazan en conjunto y en promedio mensual 71,000 tropas en operaciones de apoyo a las seguridad pública, protección de instalaciones estratégicas y seguridad interior. El presupuesto militar mexicano es de un poco más de 6 MMDD, es decir, la centésima parte del de EU. Sin embargo, la capacidad militar mexicana ha dado señales de evolución para convertirse en una fuerza con capacidad de despliegue regional. Esta es una buena noticia si consideramos que la era de los grandes contingentes militares ha terminado y el futuro de la cooperación militar internacional se basa en unidades pequeñas, bien adiestradas y equipadas, interconectadas, capaces de desplegarse, adaptarse y operar en cualquier medio ambiente. Considerando el abismo de esta asimetría, el presupuesto militar mexicano deberá de ser revisado, especialmente si se planea continuar empleando a las fuerzas armadas como comodines de la ineptitud civil en materia de seguridad pública, pero eso será motivo de análisis mucho más profundos en este mismo espacio. Afortunadamente, lejos de distanciarse con el país vecino, la relación militar se ha estrechado. Sus actores luchan en ambos lados por no perder un centímetro de lo avanzado en materia de confianza, pues saben y aprecian lo que vale. A diferencia de sus contrapartes de la clase política, cuyas carreras son por lo general fugaces pues sus talentos están ligados a lealtades personales, los encargados de la relación militar en ambos países son servidores públicos de carrera que vienen de meritocracias bien definidas, en donde “a quién conoces”, “de qué equipo eres” o “con quién trabajas” es irrelevante. [caption id="attachment_675" align="alignnone" width="1024"] Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, Secretario de Marina. FOTO: SEMAR /CUARTOSCURO.COM[/caption] Esta resiliencia es posible porque la relación militar logró trascender del nivel político para cimentarse en los niveles táctico y operacional, en donde la cooperación tiene mayor impacto. Construida a base de voluntad, diplomacia, paciencia y con ocasionales dosis de frustración para ambas partes, la relación militar entre México y Estados Unidos continúa en un buen lugar. Dada la tensión política el objetivo para ambas partes es no retroceder lo avanzado y en lo posible, encontrar espacios para continuar fortaleciéndola. Es importante recalcar que un fuerte apego a la transparencia debe de ser parte del fortalecimiento de esta relación. La transparencia debe de abarcar tanto el fondo como la forma de la relación para para que no haya espacio a malas interpretaciones por parte de sus críticos. Por Iñigo Guevara Moyano
NOTIMEX/FOTO/GUSTAVO DURÁN/GDH/POL/[/caption] Estados Unidos es, por mucho, la principal potencia militar mundial. Sus fuerzas armadas numeran más de 1.3 millones de tropas, de las que mantiene desplegadas 90,000 alrededor del mundo. Su presupuesto de defensa supera los 600 mil millones de dólares (MMDD) en 2017, lo que equivale al 40% del gasto militar mundial. Para colmo, estas cifras son las más bajas en los últimos 15 años. La administración Trump busca una ampliación para acercarse a los 640 MMDD para el año fiscal 2018. El presupuesto pedido para 2018 ha sido descrito por la propia administración como el regreso de EU a la proyección del Poder Duro (hard power - poder empleando medios militares y económicos coercitivos) y que se contrapone a la preferencia de la administración Obama por el poder blando (soft power- basado en la diplomacia y capacidad de influencia valiéndose de medios culturales e ideológicos). Las fuerzas armadas mexicanas, por su parte, están compuestas de poco más de 270,000 miembros. Ambas secretarias desplazan en conjunto y en promedio mensual 71,000 tropas en operaciones de apoyo a las seguridad pública, protección de instalaciones estratégicas y seguridad interior. El presupuesto militar mexicano es de un poco más de 6 MMDD, es decir, la centésima parte del de EU. Sin embargo, la capacidad militar mexicana ha dado señales de evolución para convertirse en una fuerza con capacidad de despliegue regional. Esta es una buena noticia si consideramos que la era de los grandes contingentes militares ha terminado y el futuro de la cooperación militar internacional se basa en unidades pequeñas, bien adiestradas y equipadas, interconectadas, capaces de desplegarse, adaptarse y operar en cualquier medio ambiente. Considerando el abismo de esta asimetría, el presupuesto militar mexicano deberá de ser revisado, especialmente si se planea continuar empleando a las fuerzas armadas como comodines de la ineptitud civil en materia de seguridad pública, pero eso será motivo de análisis mucho más profundos en este mismo espacio. Afortunadamente, lejos de distanciarse con el país vecino, la relación militar se ha estrechado. Sus actores luchan en ambos lados por no perder un centímetro de lo avanzado en materia de confianza, pues saben y aprecian lo que vale. A diferencia de sus contrapartes de la clase política, cuyas carreras son por lo general fugaces pues sus talentos están ligados a lealtades personales, los encargados de la relación militar en ambos países son servidores públicos de carrera que vienen de meritocracias bien definidas, en donde “a quién conoces”, “de qué equipo eres” o “con quién trabajas” es irrelevante. [caption id="attachment_675" align="alignnone" width="1024"] Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, Secretario de Marina. FOTO: SEMAR /CUARTOSCURO.COM[/caption] Esta resiliencia es posible porque la relación militar logró trascender del nivel político para cimentarse en los niveles táctico y operacional, en donde la cooperación tiene mayor impacto. Construida a base de voluntad, diplomacia, paciencia y con ocasionales dosis de frustración para ambas partes, la relación militar entre México y Estados Unidos continúa en un buen lugar. Dada la tensión política el objetivo para ambas partes es no retroceder lo avanzado y en lo posible, encontrar espacios para continuar fortaleciéndola. Es importante recalcar que un fuerte apego a la transparencia debe de ser parte del fortalecimiento de esta relación. La transparencia debe de abarcar tanto el fondo como la forma de la relación para para que no haya espacio a malas interpretaciones por parte de sus críticos. Por Iñigo Guevara Moyano