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Frida Kahlo: Los mitos de su cocina

alrededor de la figura de kahlo existen innumerables mitos, entre ellos que era una extraordinaria cocinera, sin embargo, el fogón nunca fue su fuerte

GASTROLAB

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Dicen por ahí que los rumores de mil amores son sólo una mentira que se vende bien; así nos pasa con Frida Kahlo, la gran artista plástica mexicana a la que le hemos colgado mil santos y milagritos.


CRISTINA KAHLO. Fotógrafa. Sobrina nieta de Frida. Fotos: Nayeli Cruz


La gastronomía no ha sido excepción, insaciable ha sido nuestra hambre por vincularla y analizarla bajo cualquier claroscuro que la cultura popular nos permita, es por ello que, alrededor de la figura de Frida cocinera, existen tantos mitos. 
“Yo creo que pasa como con cualquier gran personaje público, siempre hay que ponerle estrellitas de más y a Frida sólo le faltaba que le colgaran la filipina y el mandil”, aseguró Diego Isunza Kahlo, sobrino bisnieto de Frida Kahlo.  
“Me contaba mi abuela que un día, Matilde, hermana de Frida, le encargó los tamales y ella en lugar de ponerlos al vapor los metió a hervir. Los hizo atole. Frida no cocinaba”, recordó Diego, quien curiosamente es chef.

Hay innumerables mitos alrededor de Frida y en algún momento se inventó que era una gran cocinera, pero, ¿quién podría imaginarla moviéndole a un mole durante tres horas después de más de una veintena de operaciones?”, reflexionó Cristina Kahlo, quien es fotógrafa, mamá de Diego y sobrina nieta de Frida Kahlo.


Lo que es cierto es que Frida pasó mucho tiempo en su casa, en lo que es hoy La Casa Azul, y no tuvo más que convertir su entorno en una extensión de su obra: “Los bodegones que pintó Frida son reflejo de su cotidianeidad: frutas, verduras, vajillas, esa era su realidad. E incluso su obra se divide en dos temáticas básicas: una es el autorretrato, la narrativa de su vida, y el bodegón o naturaleza muerta, en donde plasmó, de acuerdo con Salomón Grimberg, crítico e historiador de arte, su parte más íntima y oscura; todo a través de frutas abiertas, colores rojos intensos y el rosa de las pitayas, fue ahí donde sacó su parte más personal. Entonces, toda la parte de vincular el arte con la cocina en Frida tiene más bien una cuestión autorreferencial y autorreflexiva”, relató Cristina.

 
Por otro lado, “quien visita La Casa Azul lo primero que va a notar es la cocina. Ahí también está parte del mito, y es que la cocina es maravillosa, los nombres de Diego y Frida, junto con los jarritos, las ollas, que no sólo servían para cocinar, sino para servir la comida directamente del fogón a la mesa. 
Tenían una auténtica cocina tradicional, la suya era una muestra de hogar, de reunión y convivencia mexicana que Frida logró transmitir al mundo entero”, señaló Diego.

 
Quizá, sin saberlo Frida Kahlo se convirtió, eso sí, en una promotora de la gastronomía mexicana: “Las fiestas de Diego y Frida fueron relevantes por la cantidad de artistas que llegaron a ellas, el número de extranjeros que vino a visitarlos fue impresionante; lo mismo se sentó en su mesa Helena Rubinstein que León Trotski, Nicholas Murray, Tina Modotti y, los mexicanos Miguel Covarrubias y María Izquierdo; toda esta gente convivía en la casa, las comidas eran constantes, vastas y lo que se ofrecía, sin duda, era lo más rico que nuestro país puede ofrecer”, argumentó Cristina


QUIÉN COCINABA 


“Hay que decirlo, quien lo hacía extraordinario era Lupe Marín, exesposa de Diego Rivera. Me acuerdo que se iba a Cuernavaca a comprar gallina porque la mejor se encontraba en su mercado. Y ella, a veces, cocinaba para Diego y Frida. Las recetas que aparecen en el libro Las fiestas de Frida y Diego. Recuerdos y recetas son precisamente de ella. Lupe merece su crédito.


Frida efectivamente le llevaba su lunch a Diego cuando estaba pintando sus murales, con su canastita, el mantelito y las florecitas, existía el vínculo amoroso entre la cocina y su amor por Diego, pero quien cocinaba en casa era una Lupe, no sabemos qué Lupe, pero, esto aparece documentado en una carta de 1934 que Frida le escribió al cirujano estadounidense Leo Eloesser. En esa carta Frida remata: Lupe, mi cocinera, le manda saludos”, puntualizó Cristina.  

SABOR QUE PERDURA 


Para Cristina: “De Frida tenemos la cocina como legado estético, sus naturalezas muertas como artístico. De hecho, no necesitamos que Frida cocine”. 
Para Diego: “Hay una frase con la que me identifico: 'La cocina de un país es su paisaje puesto en una cazuela'. Yo creo que Frida, en muchos sentidos, plasmó nuestro paisaje”.

COLECCIÓN INVALUABLE Octavio Paz decía que tras la Revolución Mexicana volteamos a 
ver a México.

Esto repercutió en la gastronomía y en la revalorización de los objetos cotidianos. Frida y Diego eran grandes coleccionistas  de arte prehispánico; el Museo Anahuacalli tiene más de 60 mil piezas.


DIEGO ISUNZA. Chef. Sobrino bisnieto de Frida Kahlo. Fotos: Nayeli Cruz

OBJETOS CON VALOR:

Casa azul: Todos los elementos están vinculados a la cultura popular.
Cazuelas: De barro y con diferentes formas: jarritos, cochinitos 
y tazas con rostros.
BODEGÓN: Uno de los más importantes es el de las sandías con la frase: Viva la vida.

Arte: La obra de Frida y la cocina están conectados por 
su cotidianidad.

https://www.youtube.com/watch?v=wpqgg2mc3-s&feature=youtu.be

POR MIRIAM Y. LIRA PACHECO

edp