Los chiles en nogada son una de las joyas gastronómicas de la cultura culinaria de nuestro país y, año con año, generan un gran debate por la gran variedad de preparaciones y tradiciones que giran alrededor de este platillo único.
Cuando hablamos de chile en nogada se nos viene a la mente el chile poblano relleno de un guisado o picadillo de carne, mezclado con frutas que aportan un ligero dulzor como el acitrón y la fruta cristalizada, además de estar bañados con una salsa blanca de nuez de Castilla y como adorno, se agrega granada y perejil.

Es considerado como un platillo festivo y conmemorativo en donde se utilizan ingredientes de temporada. Existen diferentes versiones acerca de esta preparación culinaria, una de las más populares cuenta que surgió en Puebla, dentro de un convento, para celebrar a Agustín de Iturbide.
Con este platillo las opciones de maridaje son variadas, pero el secreto está en elegir un vino que pueda equilibrar lo dulce de la nogada:
Vino blanco o espumoso: Que sea seco y aromático o, espumoso brut.
Vino rosado: Que tenga notas de frutos rojos para que acompañe los sabores de la granada.
Vino tinto: No muy intenso, que se lleve muy bien con la carne y con la cremosidad de la nogada.
MARIDAJE PERFECTO:
- Críos Torrontés, Susana Balbo
Amarillo pálido con matiz verde. Limpio y muy brillante. Aromas atractivos con toques de pera, flores blancas y cítricos. En boca tiene una buena acidez, junto con sabores de frutas frescas. Muy buen cuerpo para un vino que muestra esos delicados aromas y sabores. Frutal, floral y, sin embargo, seco.
- Claudius Rosado de Garnacha
Equilibrado, aromas a frutos rojos frescos. En boca es suave y fresco, con elegantes notas de fruta recién cortada.
- Palomas Brut, Cava 54
Color amarillo paja con burbujas finas y delicadas. Buena intensidad aromática con notas cítricas, manzana verde y lima. En boca tiene una persistencia larga y equilibrada. Carácter seco.
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Alto Tinto Nebbiolo
De color intenso, brillante, limpio y destellos violáceos. La guayaba impacta inicialmente junto con un sutil conjunto de frutos rojos, matizados con notas a chocolate. Largo y persistente final de boca, es un vino que abre el apetito y “pide” comida para acompañarlo. Equilibrada acidez, de carácter joven. Vivaz y muy frutal. Por Carlos José Urquijo y el chef Omar Morales