A tan sólo unos días de haber inaugurado Aida, la chef Ana Martorell viajó como embajadora nacional a Ottawa, Canadá, con la misión de llevar los sabores de México al Parlamento.
Fue con una degustación gastronómica para la Alianza del Pacífico, en donde presentó platillos representativos de la cocina del noroeste, como el aguachile de camarón, así como infladitas de cachete con mole rosa.
"El mole es mi salsa favorita en todo el mundo por su tradición, por el mestizaje que implica, porque no hay nada más mexicano que este increíble platillo", aseguró.
Esta es la segunda ocasión en la que Ana viaja para representar a México, lo hizo hace unos meses en Qatar.
Y ahora en el país de la hoja de maple sorprendió con su chocolate con chicharrón y tostadas de cacao obscuro, foie gras en salsa de carne y tortillas tatemadas.
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Especial[/caption]
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El país habla a través de tu boca y tus manos con el único fin de enseñarle al mundo lo que vale, lo que es y lo mucho que tiene por mostrar.
El sentimiento de ver ondear la bandera es el del orgullo. Este acto te hace entender la responsabilidad tan grande que adquieres cuando aceptas representarlo: tu país cree y confía en ti y es tu deber poner su nombre tan alto como sea posible.
Sí, cuando estamos lejos de casa empezamos a ver las cosas tan increíbles que nos ofrece el lugar que nos vio crecer.
Son precisamente esos momentos en los que admiramos los placeres que nos regala nuestro país.
En lo personal, México me regaló un millón de posibilidades para exponer lo que es, un sinfín de ingredientes para poder hablar de ellos sin necesidad de usar palabras y, por supuesto, honrar su nombre.
Es triste ver que en otros lugares están casados con una idea absurda de que vivimos comiendo burritos y nachos.
Sin embargo, una vez que las personas empiezan a conocer los sabores tan espectaculares e irreales que México ofrece, el asombro es inmediato.
La cara de admiración al descubrir la gastronomía de un país que no se imaginaban ni en sueños, es el premio más grande que me otorga el trabajo.
Saber que lo lograste, que lo hiciste bien, que tus manos cumplieron su cometido y que pudiste sembrar en un rincón de este mundo la admiración y respeto por tu país, por el lugar que te vio nacer.
La tierra que dejó en tus manos su voz para que hables de ella y que, a su vez, el mundo por sí mismo hable de la República Mexicana.
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México, para mí, ha sido un honor y un privilegio poder ser portadora de tus sabores, ha sido un enorme honor ponerme tu camiseta y representarte.
Agradezco a la vida por haber nacido aquí, en un país tan dadivoso que no distingue, que se da a querer, que tiene todo lo necesario para ser grande, y que nos da la oportunidad de tener todo para sobresalir en todos los sentidos.
POR MIRIAM LIRA

En sus palabras
Representar a México en un país extranjero es algo muy especial. Es un sentimiento parecido al que tienes cuando hablas de un hijo, sin que esté presente. Puedes hablar y hablar de él sólo viendo su parte mágica y especial. Sientes que las palabras y el orgullo no te alcanzan para poder expresar lo asombroso que es. Pues bien, lo mismo pasa cuando hablas de tu país, la emoción te inunda porque no hay otro mejor, para ti es simplemente perfecto. Cuando representas a la bandera tricolor, te metes en su piel y en sus colores. Ante todo, y ante todos, es inevitable que los ojos se llenen de satisfacción. [caption id="attachment_254555" align="aligncenter" width="599"]
