La tendencia de los mercados gastronómicos de características gourmet es creciente en la capital mexicana, impulsada por los nuevos significados que las redes sociales han dado a la comida, redefinida ahora como un conductor del placer social.
El mercado gourmet está pensado para nuestra sociedad, que vive en el celular, sobre la pantalla, compartiendo con el resto todo lo que ve, escucha, y, por supuesto, come.
El chef Fernando Martínez, trabajador de Mercado Roma, confirma a Efe un hábito de nuestros días que ahora se adhiere a la experiencia culinaria.
"Hoy por hoy la cocina dejó de ser un tema básico y elemental, dejó de ser un tema de necesidad fisiológica, y se convirtió en un tema cultural", cuenta en una pausa, lejos del calor de su cocina.
A él no le sorprende nada, pues siempre creyó en la capacidad analítica de la comida, capaz de revelarnos "cuál es el perfil de una persona a partir de qué come".
Martínez tuvo tiempo también para bromear afirmando que hay gente que "viene solo para hacerse la foto".
Pese a ello, el chef expresó su confianza en las exquisiteces que se pueden degustar en el mercado, y se dijo orgulloso de ofrecer una "cocina inclusiva".
Por su parte, la chef y sumiller Joanna Vallejo se atrevió en declaraciones a Efe a definir lo gourmet como "lo mismo de siempre, solo que adornado y explicado, detallando más los beneficios".
"Un aguacate como tal no es gourmet por sí solo, pero si le explicas al comensal que un aguacate tiene una particularidad o un beneficio, haces de un producto cotidiano algo gourmet", concretó la joven.
Vallejo analizó así una rutina del ser humano, su gusto por lo tradicional que ahora necesita del adorno, que se le explique para que lo pueda registrar y volver a explicar.
Comer se convierte así en una cadena social basada en la transmisión de conocimiento, en la que la convivencia virtual adquiere un papel preponderante.
"Pareciera que es obligado que diga qué estoy comiendo y con quién lo estoy comiendo para que la gente crea que tengo una cultura gastronómica. Es un tema de estatus, básicamente", zanja la sumiller.
La interacción que ofrece el mercado va más allá, ofreciendo al comensal la posibilidad de aprender a cocinar recetas en horarios y eventos específicos.
Juan Pablo Sánchez, responsable de Saigón, puesto de comida vietnamita en Mercado Roma, confiesa la intención de que la gente conozca, cocine e interactúe "empapándose un poco más de la gastronomía como tal".
Se evidencia así un comportamiento concreto del mercado, sabedor y cómplice de las nuevas necesidades sociales del ciudadano como la de compartir de manera virtual, y ofreciéndole motivos para ello.
Los ciudadanos que visitan los mercados encuentran también una interacción real con las muchedumbres que allí acuden, lejos de la calle acalorada, ahora bajo la luz tenue que acaricia los productos estéticamente dispuestos, alternados con elementos vintage.
Uno de los locatarios de Mercado Roma, Antonio Frydman, expone la singularidad que aporta el espacio y su cercanía al concepto tradicional.
"Es el estilo de la comida callejera pero en un formato que no es callejero. Tiene su servicio, su atención, la limpieza (...). No es lo mismo que haber comido en la calle pero sí tienes esa interacción con la gente que te está preparando la comida", relata.
Prueba de ello es la delicadeza con que se sirven los productos, con un ritmo que permite apreciar con más detalle el vapor de los panecillos recién horneados o el sudor de las carnes a las brasas.
El Mercado Roma, pionero en México, heredando una tendencia europea, cumple tres años y continúa atrayendo comensales de todo el mundo que buscan tener una experiencia gourmet.
Se consagra así no una moda, sino un hábito social, real y virtual, que se encarga de saciar un nuevo paladar igual o más exigente: nuestro paladar social.
Por EFE