La forma más sencilla de definir los triglicéridos es describiéndolos como un tipo de grasa que se encuentra en la sangre. Estos lípidos se producen cada vez que se ingiere algún alimento. El organismo se encarga de convertir todas las calorías que el cuerpo no necesita en triglicéridos que, eventualmente, son liberados para que obtengas la energía necesaria durante las horas que pasas en ayuno.
Aunque son completamente necesarios, tener niveles elevados de triglicéridos implica un consumo elevado de más calorías de las que necesitas, lo que podría traer consecuencias relacionadas con el sistema cardiovascular. Para conocer tus niveles lo único que debes hacer es someterte a una muestra de sangre. El rango normal oscila en menos de 150 miligramos por decilitro (mg/dl), el límite es de 150 a 199 mg/dl y el nivel alto se da cuando hay de 200 a 499 mg/dl. Una situación peligrosa se considera cuando el resultado es de 500 mg/dl o más (5.7 mmol/l o más).
¿Qué puedo comer para reducir mis triglicéridos?
Al estar directamente relacionados con nuestra dieta, el hecho de reducir los niveles de triglicéridos implica un cambio de hábitos, especialmente a la hora de comer. Una de las primeras cosas que debemos tomar en cuenta es que lo importante no es comer menos, sino ingerir los alimentos que le hagan bien a nuestro cuerpo y que no representen un peligro para nuestra salud. Las dietas bajas en grasas pueden funcionar a la perfección.
Las grasas saturadas suelen estar presentes en productos como carnes procesadas, carnes, productos lácteos, aceite de palma y aceite de coco, entre otros. Para lograr nuestro propósito, lo único que debemos hacer es sustituir estos alimentos por unos que representen menos peligro para nuestro cuerpo, como aceite de oliva extravirgen, aceite de canola, frutos secos, aguacate, pescado, semillas, entre otros.
Recomendaciones para complementar la dieta
Para disminuir el consumo de grasas también debemos aprender a consumir alimentos como carne roja (sin grasa), pollo sin piel, quesos bajos en grasa, yogurt y leche descremados y eliminar carnes procesadas como jamón, salchichas, etc. Además, también se deben eliminar productos como papas fritas, alimentos procesados, margarinas, azúcares simples, fructuosa y bebidas alcohólicas. Las harinas refinadas también estarán prohibidas, pero pueden sustituirse por cantidades moderadas de granos enteros como el arroz integral, quinoa, cebada y avena.
Se deben comer alimentos ricos en fibra como frijoles, lentejas, garbanzos, linaza molida, semillas de calabaza y, por supuesto, frutas y verduras. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que, al aumentar el consumo de fibra, también es aconsejable aumentar el consumo de agua para que nuestro organismo funcione de manera adecuada. El cambio de hábitos también debe incluir 30 minutos de ejercicio al día y consultar a una persona especialista en el tema para que brinde el tratamiento adecuado, según sea el caso.