El Sábado Santo es un día de luto para la religión católica, pues se conmemora la muerte de Jesús en la Cruz. Antes del Concilio Vaticano II y de su Reforma Litúrgica, la Iglesia católica solía celebrar la Vigilia de la Resurrección la mañana del sábado con una ceremonia llamada “apertura de la gloria”. De ahí que se conociera al día como “Sábado de Gloria”.
Adelantar la hora de la Resurrección tenía como razón principal la norma de ayuno antes de la comunión, que comenzaba a las doce de la noche del día anterior y terminaba hasta el momento de participar en el sacramento de la Eucaristía. No se podía comer o tomar nada, ni siquiera agua.
Día de luto
Ahora, la norma es un poco menos rígida, pues el ayuno solo se mantiene una hora antes de recibir la comunión. Gracias a esto, se pudo celebrar la Vigilia a la hora adecuada, hacia la media noche.
Con base en este cambio, el día se debe vivir como uno de luto y no de festejo; pues, aunque esté próxima su resurrección, Jesús está en la tumba.
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La tradición de aventar agua durante el Sábado de Gloria inició en la Edad Media
La Iglesia Católica ordenaba a la población no bañarse o usar la misma ropa durante la Semana Santa, pues el agua daba purificación y esta solo podía ser recibida el sábado, cuando las personas lavaban sus pecados.
Durante todo ese día, las personas que querían convertirse al catolicismo eran bautizadas. Sin embargo, llegó un momento en el que la cantidad de fieles era tanta, que se optaba por lanzarles al agua para que recibieran el sacramento del bautismo.
Debido a esto, en México se estableció la costumbre de mojar a las personas cuando salían de sus casas. Sin embargo, ahora está prohibido y las personas que opten por romper la ley pueden ser multadas. La conciencia de cuidar el agua cambió la forma de conmemorar el día.
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