A tan sólo 60 kilómetros de la Ciudad de México se encuentra el Pueblo Mágico de Malinalco, Estado de México, el cual es un destino ideal para ir y venir, ya que en automóvil sólo tardas en promedio una hora para llegar.
Este lugar es ideal para caminar en las calles, ya que las calzadas están empedradas y algunas están llenas de vegetación. Sin embargo, lo más impresionante son las casas, que están pintadas con colores vivos y que se prestan para tomar la selfie del recuerdo. Pero también hay casonas llenas de historia, cuya arquitectura es impresionante y se pueden disfrutar desde el exterior.
Algunos de los lugares emblemáticos del pueblo son la Parroquia del Divino Salvador y el Convento Agustino, ambos se localizan frente a la plaza principal de Malinalco. Estos recintos religiosos datan de la época de la Conquista, por lo que la historia que guardan en sus paredes te sorprenderá.
Si eres de los que disfruta del arte prehispánico, dentro del convento encontrarás una serie de frescos realizados hace más de 500 años, por lo que debes tomarte tu tiempo para disfrutar y aprender de esta historia.
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Delicias para el paladar
En cuanto a la gastronomía, en Malinalco hay diversos platillos que debes probar sí o sí. Para empezar, los deliciosos tacos con choriza y cecina, con tortilla hecha a mano y sazonados con las salsas preparados por los habitantes del pueblo.
Pero también hay trucha preparada en distintas presentaciones, pero sin importar cuál degustes, quedarás satisfecho y hasta querrás repetir.
Ahora que si te da sed, siempre podrás disfrutar de un rico vaso de pulque de los diversos sabores que ofrecen, esta bebida es típica de la zona.
Zona arqueológica
En este pueblo mágico se encuentra "el cerro de los ídolos”, que significa “lugar donde se adora a Malinalxóchitl” diosa mexica responsable de la hechicería y otras artes oscuras, hermana de Huitzilopochtli.
Los restos prehispánicos datan de 1476, los cuales fueron construidos a la llegada de los españoles y era un lugar de vigilancia.
También se localiza el Cuauhcalli o “Casa del Sol”, el edificio principal de este conjunto arquitectónico, que fue labrado en la misma montaña.