POLÍTICA Y NIÑOS

¿Cómo hablar de política con niños? Claves para hacerlo responsablemente

La política es una parte fundamental de la sociedad en la que vivimos, por lo que debemos hacer partícipes de ella a los niños desde su infancia

ESTILO DE VIDA

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Hablar de política con tus hijos los ayudará a comprender la situación del país.Hablar de política con tus hijos los ayudará a comprender la situación del país Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

¿Alguna vez te has preguntado qué escuchan los niños cuando los adultos hablan de política? Es una pregunta que quizás nos hacemos poco; sin embargo, es importante saber qué decimos y cómo lo hacemos para que nuestros pequeños aprendan a hacerlo desde la infancia con responsabilidad.

Primero, nos escuchan decir que los políticos son los que ejercen eso que llamamos “el poder”, que son la autoridad que hace las reglas y las aplica, y que definen el presente y el futuro de México. Sin embargo, al mismo tiempo, nos escuchan decir que todos son una basura, que son incapaces y mal preparados, que son corruptos y soberbios, que “todos son lo mismo”. Comentarios sin matiz ni explicación que provocan angustia, incertidumbre, desesperanza. ¡Qué angustia!

Segundo, escuchan que quienes hacen las reglas, son los primeros en romperlas. “Todos son unos corruptos que hacen lo que quieren” decimos sin cuidado alguno, en una reunión familiar, en la que relatamos el último escándalo de corrupción en el que están involucrados los corruptos de la semana. Y solemos rematar con un contundente “Y, como siempre, nada les pasará”. Frases que desatan una terrible confusión, pues en este país, pertenecer a esa clase llamada “los políticos” te da el poder de hacer las reglas, romperlas, utilizar el poder en tu beneficio, y salirte con la tuya. ¡Qué confusión!

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Tercero, escuchan de los adultos que lo que menos importa en la política es la preparación y el buen comportamiento para avanzar y llegar al más alto cargo, mientras que ellos y ellas en ese mundo de la meritocracia que es la escuela, tienen que estudiar y hacer lo correcto para obtener buenas notas y reconocimiento. Es decir, aquí el más mentiroso, el más vivo, el más hábil y el más popular es el que obtiene el cargo y el que lo mantiene. Un escenario ilógico en donde poco importa lo que estudió, cuánto estudió o cuánto se tardó en acabar, pues es más importante ser vivo y cínico, convencer a los tuyos, aunque sea con mentiras, y que los tuyos sean más que los otros, para ganar. ¡Qué ilógico!

Cuarto, escuchan a los políticos, y a nosotros, hablar de ese sector como si se tratara de un Coliseo de Gladiadores. La división, el sectarismo y la grandilocuencia se han vuelto el idioma común de quienes viven de ella y de quienes la comentamos, frente a ellos. Los adjetivos vuelan libremente de un lado a otro para referirnos a aquellas personas de las que discrepamos, como si se tratara de enemigos que hay que desterrar. Les dibujamos un impactante país dividido en grupos irreconciliables, que carecen de puentes y espacios comunes, y que son incapaces de ningún tipo de diálogo, como si vivieran en lugares distintos. ¡Qué impactante!

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Muy bien, lo logramos. ¿Qué niña o niño, en su sano juicio, quisiera dedicarse a eso, después de todo lo que escuchan? Construimos un escenario angustiante, desmotivante, confuso, ilógico e impactante que no hará más que provocar dos tipos de reacción: rechazo total a la participación política y ciudadana o interés por participar así “tal cual son los políticos”. Es decir, muchos de los niños y niñas de hoy acabarán ahí de adultos, con todas estas lecciones que escucharon una y otra vez, en los lugares más familiares y de las personas que más influencia tienen sobre ellos. Y esas lecciones serán puestas en práctica, así como hoy lo hacen nuestros gobernantes, que alguna vez escucharon en sus casas todo esto.

¿Qué proponemos? ¿No hablar de política con nuestros niños? Todo lo contrario, hacerlo más, hacerlo bien, hacerlo informados y con seriedad, con matices y sin generalizaciones absurdas. Hablar de ella como un instrumento que puede ser utilizado para el bien común. Si queremos que este país tenga futuro tenemos que ver a los más pequeños como esponjas que absorben de nosotros no sólo todo lo que decimos, sino lo que hacemos y dejamos de hacer. Hoy, a ti que nos lees, queremos invitarte a una reflexión: México sí tiene remedio, pero la solución somos todos, no “ellos o nosotros”.