Antes de las redes sociales, existió una niña que fue tendencia. La tira cómica de Mafalda fue creada por Quino, Joaquín Salvador Lavado Tejón, en 1964. La ironía de los diálogos al hablar de política, feminismo, medio ambiente, economía y problemas sociales. Logró captar la atención de todo Argentina en pocos meses. Su éxito continuó y poco a poco se expandió por América Latina, pero fue en Europa, donde se publicó el primer álbum del personaje fuera de su país natal.
El material Mafalda la contestataria salió a la venta en 1969 en Europa, editado en Italia por Umberto Eco. En los 70 y 80, la historieta se viralizó también en España, Francia y Grecia, creando su propia identidad.
En 1985, internet apareció en Estados Unidos, y la pequeña ya había cruzado el Atlántico. Hoy, cumple 55 años.

Sin necesidad de redes sociales, Mafalda llegó a todo el mundo. Se viralizó por sus reflexiones. El personaje se volvió tan poderoso que Quino se diluyó, es ella quien piensa y dice. Es interesante que esas reflexiones sean “memeables”. Actualmente, ese debería ser nuestro objetivo, buscar que nuestros cartones se viralicen”,
comentó el caricaturista de El Heraldo de México, Juan Alarcón.
El caricaturista de esta casa editorial considera que la vigencia de Mafalda hasta nuestros tiempos es por el talento de Quino, al mezclar la política con situaciones familiares y humanas. “Esos diálogos que tiene con su papá y sus cuates son reales. Además todos los personajes los encuentras en la calle, por eso los lectores se ven reflejados en la historieta. Humanizó el cartón político”, señaló.
Actualmente, Alarcón ve irrepetible el logro de esta pequeña, al menos en México, porque se vive una época en la que todo es políticamente correcto y poner a una niña a hablar de estos temas, de inmediato despertaría polémica en las redes sociales. “Ya veo los hashtag ‘con los niños no’”.

El éxito de Mafalda, la niña rebelde que, además de odiar la sopa, quiere ser intérprete de la ONU y proclamar la paz mundial es universal. El Nobel de Literatura José Saramago la proclamó “su maestra de filosofía” y el semiólogo Umberto Eco la elogió en el prefacio de la edición italiana.
POR PATRICIA VILLANUEVA VALDEZ
eadp