Para Clint Eastwood los juicios mediáticos son duros, más que los de un juez, porque “la gente juzga, sin pensar en las consecuencias”. Por eso decidió dirigir el filme El caso de Richard Jewell, que cuenta la historia del guardia de seguridad que fue señalado por los medios como responsable de colocar la bomba en Centennial Olympic Park, en los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta, Georgia.
De ser un héroe pasó a ser el villano: “Richard fue lo suficientemente inteligente como para descubrir, en realidad por intuición, la bomba. A nadie más le importaba. Pensaron que estaba loco. Es una especie de historia de un hombre contra el mundo y al mismo tiempo sigue siendo un tema actual”, contó el cineasta.
Para dar vida a Jewell, escogió a Paul Walter, quien aprendió todo sobre él, lo escuchó en los carretes de noticias hasta que se apropió del personaje: “Le presenté a Watson Bryant, el abogado, y a la madre de Jewell, Bobi. Platicó mucho con ellos”, aseguró Clint.
Walter vio en el guion, de Billy Ray, una historia pesada con tintes de comedia y momentos muy entrañables, además de que le gustó la idea de que Richard era pintado como un héroe.
“No quise interpretar a Jewell como un campeón o un estereotipo del sur de Estados Unidos. Quería retratarlo como persona, el acento sureño era un subproducto”, dijo Walter.
Lo que realmente hizo que humanizara al personaje, fue una foto de Richard donde estaba llorando, le sorprendió, porque era un individuo de carácter fuerte que se preocupaba por mantener esta apariencia, y al verlo derrumbarse en público lo conmovió.
“Espero que la gente cuando vea la película se dé cuenta de que no puedes juzgar a un libro por su portada. Tienes que saber los hechos y que la justicia a veces lleva mucho más tiempo de lo que te gustaría”, detalló el protagonista.
En el largometraje también participan Sam Rockwell, Brandon Stanley y Kathy Bates, por mencionar a algunos actores.
Por: Redacción El Heraldo de México
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