En el último año, la empresa de origen estadounidense Talos Energy dejó de invertir 130 millones de dólares en México, 79 por ciento menos del capital que ejerció en el sector energético nacional, en 2019.
El monto que la empresa dejó de destinar equivale a la compra de 10 millones de vacunas contra el coronavirus, o algo similar a pagar dos veces el costo total del Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Panaut), que contempla la instalación de un centro de datos blindado con seguridad militar, para resguardar la información de 128 millones de líneas celulares.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), Talos Energy pasó de colocar 165 millones de dólares en 2019, a tan sólo 35 millones de dólares en 2020.
Eso significa que por cada día transcurrido la petrolera dejó de ejercer 356 mil 164 dólares, que en moneda nacional equivale a siete millones 707 mil pesos.
Te podría interesar
Talos Energy llegó a México tras la Reforma Energética de 2014, al participar en las rondas petroleras de la pasada administración, y a pesar de ser una empresa con el respaldo de una holding internacional, las inversiones que ha realizado en el país representan solamente 4 por ciento del total de los capitales de las petroleras que también incursionaron en nuestro país.
De hecho, la inversión por mil 411 millones de dólares que Pemex ha destinado al campo Ek Balam, que también ganó durante las subastas petroleras, supera en cinco veces los recursos que ha ejercido la empresa estadounidense.
Arturo Carranza, experto en energía, opinó que los planes de inversión pudieron verse afectados por la crisis económica derivada de la pandemia por COVID-19, y por la política energética del actual gobierno.
“El sector estuvo golpeado por la caída en la demanda petrolera y, en el caso particular de nuestro país, se combina con un ambiente de inversión incierto”, mencionó el especialista.
Talos Energy ganó tres áreas petroleras durante las subastas, en donde compitió en consorcio con otras compañías. Las tres zonas se ubican en aguas poco profundas del Golfo de México, frente a las costas de Veracruz y Tabasco.
Este tipo de contratos implican un riesgo muy alto, pues la mayoría fueron adjudicados para actividades de exploración en donde hay una elevada incertidumbre sobre la posibilidad de que los campos no sean comercialmente exitosos, explicó Carranza.
Por Adrián Arias
PAL