¿Qué implica una recesión para los mexicanos?

México atraviesa por una desaceleración económica que, para muchos analistas, es la antesala de lo que se conoce como una recesión “técnica”.

 

Se dice que una economía entra en recesión “técnica” cuando acumula dos trimestres negativos en términos de crecimiento. En el primer trimestre de 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se contrajo 0.2 por ciento y especialistas anticipan que en el periodo que va de abril a junio, la economía retrocedió entre 0.1 y 0.5 por ciento.

 

Sin embargo, el subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, explicó en su cuenta de Twitter la definición ampliada de recesión de The National Bureau of Economic Research:

 

“(Es) una caída significativa de la actividad económica que se extienda por toda la economía en su conjunto (…) y que sea visible en el PIB real, el ingreso real, el empleo, la producción industrial y en las ventas al menudeo y mayoreo”.

 

En su opinión, la economía mexicana sí cae, pero está lejos de ser una baja significativa, mientras que las ventas al por mayor siguieron en aumento; entonces, se cuestiona, ¿hay recesión?

 

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Consecuencias

Las afectaciones para el grueso de la población de una recesión son varias, pero la principal es la pérdida de empleo y la profundización de la precarización salarial, coinciden analistas.

 

“La pérdida de empleo es el aspecto más preocupante de una recesión”, comentó Raymundo Tenorio, catedrático del Tecnológico de Monterrey.

 

Ese factor ya empezó a ser evidente. En junio se perdieron poco más de 14 mil fuentes de trabajo y en los primeros seis meses se generaron 39 por ciento menos fuentes de ingreso que en igual periodo del año pasado.

 

A ello se suma el deterioro de las condiciones de contratación, señala José Luis de la Cruz, director del IDIC, quien señala que ante las menores oportunidades laborales, las empresas contratan con menores salarios y limitadas o nulas prestaciones, las cuales son aceptadas por la población con tal de tener un trabajo.

 

“La pérdida de empleo es el detonante de muchas cosas. Actividades cotidianas dejan de hacerse. Por ejemplo, la gente compra menos jugos, se bolea menos los zapatos en las calles, toma menos taxis, consume menos en las tienditas, lo que afecta a todas las personas dedicadas al comercio”, refiere Tenorio.

 

La industria del entretenimiento también se ve afectada, porque la gente sacrifica ir al cine, al teatro, al museo, con tal de ahorrar dinero y no gastar demás, agregó Jesús Sánchez, investigador de la UNAM.

 

Para De la Cruz, incluso la inseguridad tiende a repuntar en estas épocas, porque ante el menor empleo, la gente ve el robo como una opción de ganar dinero.

 

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Por Fernando Franco

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