En el país se contabilizan 1.8 millones de desempleados; pero además existe un grupo de 5.63 millones de personas que están disponibles para trabajar, aunque desisten de buscar empleo porque consideran que no tienen posibilidad de encontrarlo.
Así, el llamado “desempleo oculto” registrado al cierre del cuarto trimestre de 2017 fue 4.4 por ciento inferior, respecto al cierre de 2016.
Según el INEGI, este sector se ubica en la población no económicamente activa, porque formalmente no busca enrolarse al mercado laboral; sin embargo, tiene necesidad de hacerlo.
Este universo de personas desempleadas se clasifica en dos rubros: aquellos que están disponibles para trabajar, pero que ya desistieron de buscar empleo y, por otro lado, los que, de plano, no buscan por considerar que no tienen posibilidades de encontrarlo.
De acuerdo con Jesús Sánchez Arciniega, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), este fenómeno obedece a que la población no encuentra trabajo de forma rápida, y si lo encuentra es con bajos niveles salariales o nulas prestaciones laborales.
“Hay gente que puede demorar más de un año sin encontrar empleo, por lo cual decide irse a la informalidad o integrarse a este segmento de la población que necesita trabajo, pero que ya no lo busca porque sabe que difícilmente encontrará lo que busca”, señaló.