El 31 de diciembre de 1992 los mexicanos necesitaban portar en su cartera 10 billetes con el rostro del Jefe Máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles, para tener consigo un millón de pesos.
No es que en esos tiempos el mexicano promedio tuviera una fortuna, sino que era el resultado de una década de inflaciones de hasta 150 por ciento.
Obligado por las intensas crisis de los años 80, el gobierno mexicano tuvo que expedir billetes y monedas cada vez de mayor denominación para mantenerle el paso al explosivo encarecimiento de la vida.
“Tal vez parezca extraño observar que existieron billetes en tan altas denominaciones (10 mil, 20 mil, 100 mil), pero por muchos años esto fue común en nuestro país. Como consecuencia del aumento acelerado de los precios, los billetes de más alta denominación cada vez eran más utilizados por la población”, explica el Banxico en su libro Historia de la moneda y del billete.
Así, a partir de enero de 1993 los mexicanos se despertaron con dos monedas: Los pesos, con billetes de denominaciones de hasta 100 mil pesos, y los Nuevos Pesos, los cuales le retiraban tres ceros a la antigua moneda. Así, por primera vez, había billetes de 10, 20, 50 y 100 pesos.
“Nuevo Peso, Más Práctico, Más sencillo”, fue el eslogan publicitado por El Banco de México en un spot.
Con la medida, por ejemplo, si un acuerdo arrendatario era de una renta mensual por un apartamento por tres millones de viejos pesos, ahora los arrendatarios podían saldar esa deuda con tres mil nuevos pesos. Lo mismo sucedió con las obligaciones internacionales del país. Los cheques, por su parte, para ser cobrados ahora debían por obligación estar valuados en nuevos pesos, añadiendo una “N” antes de la cantidad. En tanto, los contratos firmados antes de 1993 continuaban siendo valuados en pesos, aunque se podían pagar en Nuevos.
“Se dio porque teníamos inflaciones altísimas. Al quitarle los tres ceros no implicó que con eso se quitara la inflación, ni fue una medida para mantener el poder adquisitivo”, explica Jorge Sánchez Tello, economista del Fundef.
La transición de los Viejos a los Nuevos Pesos duró tres años, durante los cuales el Banco de México emitió dos series nuevas de billetes, la B y la C, para reemplazar a sus antecesores de la serie A, físicamente muy parecidos pero incorporando la palabra “Nuevos".
Con la emisión en 1996 de la Serie D de billetes y monedas, los cuales eliminaban el prefijo "nuevos", la transición fue completa. Pero México ya era otro, la crisis del "Efecto Tequila" tenía a la economía nacional postrada.
“De 1993 a la fecha, que no hayamos tenido que emitir otros nuevos pesos quiere decir que hemos tenido 25 años con cierta estabilidad”, finaliza Sánchez Tello.
Por Erick Ramírez
Sábado 7 de Diciembre de 2024