Muchos aseguran que los anales del boxeo mundial no registran un peso completo que supere al inmortal Joe Louis, aquel excepcional peleador, cuyos mejores momentos están situados a fines de la década de los años 30 y la mayor parte de la siguiente.
Por supuesto que siempre sale a la escena de las comparaciones otro, en este caso Muhammad Ali, quien se autoproclamaba como “el mejor” sin necesidad de que alguien lo dijera por él, sintiéndose –con sinceridad– ser el máximo parto del espectáculo de los puños, al que conoció el mundo entero a través de la televisión, la que apenas balbuceaba cuando Louis subía al cuadrilátero en la última etapa de su deslumbrante campaña.
Y más, los que mencionan a otros dándoles el lugar mencionado a hombres también de talla fuera de lo común como fueron Jack Dempsey, Jack Johnson y algunos más que en su momento llegaron a ser reconocidos.
Para una parte de quienes gustan hacer este tipo de comparaciones, desde los buenos tiempos de Dempsey no había vuelto a surgir en peso completo un peleador de primerísima línea, de esos que convencen a muchos. Ese fue Joe Louis, sin duda, uno de los mejores pesados que han subido a un ring.
Joe inició su carrera en 1934, y desde la primera batalla, lució como una figura sensacional. Ganó 27 encuentros consecutivos, 23 de ellos por nocaut, antes de sufrir su primera derrota. El alemán Max Schmeling, quien era ex campeón mundial, lo puso fuera de combate en 12 rounds, cuando casi todos pronosticaban el triunfo de aquella joven y gran promesa. En la revancha, unos años después, Louis lo hizo pedazos en menos de un round.
Tras la derrota de Joe, hubo decepciones, pero no dentro de su grupo y tampoco perdieron la confianza miles de aficionados que ya lo seguían pelea a pelea, y todos estos posteriormente mostraron que sus convicciones estaban bien avaladas, pues Louis retomó el camino victorioso en forma tal que le impusieron el mote de “Bombardero Café de Detroit”. Y lo llamaban de Detroit, porque su familia había emigrado a Michigan desde su nativa Alabama, lo primero debido a los golpazos plenos de dinamita que lanzaba y con los cuales aniquilaba a sus adversarios.
Así fueron cayendo uno a uno hasta que llegó la oportunidad, la de disputar un campeonato mundial. Esto le llegó a Louis el 22 de junio de 1937. Enfrentó a Jimmy Braddock en Chicago, y acabó con él en ocho rounds, y así empezó uno de los reinados más impresionantes, de mayor calidad y que más profundos recuerdos ha dejado entre los aficionados.
Joe Louis estableció record de defensas para todas las divisiones, con 25 de ellas, peleó como otros que estuvieron sobre el mismo trono y en distintas divisiones, en la Segunda Guerra Mundial en defensa de su país, subió al ring cobrando en ocasiones un dólar por su actuación para que la gran bolsa beneficiara al ejército. Lucía invencible, sin importar quien fuera su rival, aun cuando varias veces se fue a la lona o estuvo en problemas de pie.
En esa forma pasaron los años hasta que se convirtió en un veterano como hombre y como pugilista. El 1 de marzo de 1949 renunció a la corona y se retiró del boxeo.
Los malos negocios, su afición a las apuestas en el golf y un divorcio, le costaron mucho dinero. Perdió de hecho todo lo que había ganado, y para aumentar sus penurias, el gobierno de EU le exigió el pago de varios millones que debía por impuestos. Por todo lo anterior se vio obligado a volver; era un peleador acabado ya, y fue superado por el nuevo monarca, Ezzard Charles, quien lo venció mediante una decisión unánime.
No obstante, la necesidad obligó a Louis a continuar y después de imponerse a siete adversarios de segunda línea enfrentó a un novato que con el tiempo sería otro inmortal, el gran Rocky Marciano, de puños temibles, quien le aplicó un nocaut impresionante en ocho episodios. Ahí, sobre el cuadrilátero del Madison Square Garden, el tercer hombre, Ruby Goldstein, en atención al historial del caído, se negó a completar la cuenta de los reglamentarios 10 segundos. Aquello fue todo para el antiguo “Bombardero”, quien nació en Lafayette, Alabama, y se llamó Joseph Louis Barrow. De ahí en adelante las cosas se complicaron aún más para él, hasta que falleció el 12 de abril de 1981.
Una estrella de los cuadriláteros fue el estadounidense, quien tuvo un gran arrastre con las multitudes, pero que terminó sumido en la bancarrota
POR VÍCTOR COTA
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