Cruz Azul no pudo con el Atlas. Tampoco con la presión de resolver desde el comienzo la falta de resultados. En su regreso al Estadio Azteca, La Máquina cayó con los Zorros en un partido que parecía controlado. Si algo cambió en su manejo fue a partir de los 30 minutos, con la expulsión de Orbelín Pineda. Suficiente para que los rojinegros recuperaran oxígeno y se llevaran los tres puntos a casa.
El gol de Elías Hernández (15'), a más de 30 metros de distancia, dio otro color al juego en el arranque del primer tiempo. Encendió a la gente, motivó a sus compañeros y dejó para el recuerdo una estampa en la que el vuelo del portero Andrés Vargas hizo más espectacular su remate.
Luego, sin embargo, Orbelín cambió de golpe los planes de su equipo. Con un pisotón sobre Ismael Govea, el volante de La Máquina recibió la tarjeta roja y le dio vida a los tapatíos para buscar algo más que el empate. La primera consecuencia llegó con el zurdazo de Ángel Márquez, que puso las cosas iguales (42').
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Sin delanteros de experiencia, Siboldi recurrió a la personalidad de Santiago Giménez, el joven canterano de Cruz Azul que, más allá del apellido, se ganó la oportunidad de buscar los goles en el ataque. Anoche, sin embargo, las oportunidades fueron mínimas para él.
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Con el juego en la recta final, La Máquina revivió los fantasmas de otras épocas. Tras ir arriba en el marcador, la voltereta de los rojinegros la consumó un zurdazo de Ignacio Jeraldino, al 86', que enmudeció de nuevo el Estadio Azteca.
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Así terminó la vida de Cruz Azul. Otra vez con abucheos, con dudas y un equipo que no responde en los momentos importantes, por más que pasen los años.
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Por: Alberto Aceves
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