El grito de '¡Goya!' no retumba más en Ciudad Universitaria. Al menos, cuando se trata de Pumas, porque jugar aquí, a las 12 del día, dejó de ser un desafío para los equipos visitantes. Ahora cualquiera viene, hace uno o dos goles y se lleva puntos de vuelta a casa.
El último de ellos fue el Monterrey, líder y con paso invicto en lo que va del torneo, empatando a uno con los locales.
Poco cambió el estreno de Bruno Marioni en el banco universitario. Poco o casi nada, pues los regiomontanos manejaron las cosas con tranquilidad, siempre firmes, aprovechándose inmediatamente de su ventaja numérica tras la expulsión de Luis Quintana en un contragolpe.
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De Jesús Gallardo para Dorlan Pabón, el tiro libre en dos tiempos de los Rayados cambió el resultado en seguida. El colombiano le pegó con potencia, asistido por el canterano puma, y marcó el 1-0 a favor de los suyos con colaboración de la barrera (25'). Golpe seco y de efecto profundo para los de la UNAM.
Marioni planteó el resto del juego, buscando el empate. Si no llegó antes a su objetivo, mucho tuvo que ver la falta de elaboración ofensiva y el individualismo de jugadores como Martín Rodríguez y Felipe Mora, que, en su afán de ganar la batalla, abusaron de la conducción del balón y terminaron suerte.
El empate, celebrado como victoria por titulares y suplentes de Pumas, lo hizo Juan Manuel Iturbe al 83'. Ocurrió después de una serie de rebotes y pases retrasados, que aprovechó el paraguayo para pegarle desde fuera del área. Desviado por un defensa regiomontano, el esférico superó el lance de Marcelo Barovero y concedió el punto para Pumas.
El final dibujó otro partido, a pesar del trámite que desarrolló el Monterrey. Porque entonces apareció el tesón, la garra y el espíritu combativo de un cuadro auriazul que, a pesar del empate, suma cinco jornadas sin triunfo en esta campaña. La primera, bajo el mando de Bruno Marioni.
Por Alberto Aceves