El América abrió las puertas del Estadio Azteca, para rodearse del cariño, el aliento y las ilusiones de más de 30 mil aficionados, antes del primer partido por el título ante el Monterrey.
Fue el encuentro de la nación azulcrema con los que hoy son sus héroes contemporáneos. Desde Miguel Herrera, Guillermo Ochoa, Emanuel Aguilera y Paul Aguilar, hasta los últimos que llegaron como Giovani Dos Santos, Federico Viñas y Nicolás Benedetti. Para todos ellos, el cántico fue el mismo: “Otra copa, queremos otra Copa, queremos otra Copa…”.
En las calles cercanas al Coloso de Santa Úrsula, pareció ser un día de partido. Allí estuvieron decenas de comerciantes, con sus puestos de comida o playeras pirata.
La gente respondió como suele hacerlo los fines de semana; sin embargo, algo falló en la cancha. Porque después de la visita de la NFL, y del evento de hace unos días de Antorcha Campesina, el césped volvió a mostrar afectaciones graves en varios sectores. Uno de los más evidentes, ubicado en la portería de la cabecera sur.
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Lo que sirvió como zona de anotación en el encuentro entre los Chiefs y los Chargers, en el Monday Night del 18 de noviembre, pasó a ser un campo seco, quemado por el frío y el constante desgaste, en un entrenamiento que contó con plantel completo, bajo el mando de Miguel Herrera. Y que tuvo la presencia de Edson Álvarez, el futbolista del Ajax, como espectador en una de las bancas. Después de un mes de aquella visita de la NFL, el escudo oficial (en el centro del campo) y las yardas en ambos costados siguen marcadas.
A eso se sumó, recientemente, la instalación de un templete para la reunión por el aniversario 40 del Movimiento Antorchista, el sábado pasado. Producto de ello, el césped volvió a mostrar una cara parecida a la del año pasado, cuando experimentó el cambio al pasto híbrido.
No hubo, sin embargo, razones paras que El Piojo frenara el entrenamiento. Y eso lo agradeció la gente. Porque, a pesar de cuidar el ritmo y la intensidad, las Águilas ofrecieron casi dos horas de trabajo con el mejor ambiente.
En las tribunas, volvieron los trapos, los tambores y las banderas gigantes. Todo en azul y amarillo. También, el sonido de un viejo grito de guerra: “Vamos, vamos, América, que el domingo, tenemos que ganar”.
Por Alberto Aceves
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