Vibran Máquina y aficionados en último sábado de futbol del Estadio Azul

En el último sábado de futbol en el Estadio Azul, Cruz Azul vibró con la entrega de sus aficionados. Pasaron varios años para volverse a ver así, en un partido en el que el resultado dejó de ser obligado. Con tribunas llenas, a pesar de estar fuera de la final, La Máquina cerró su ciclo en esta cancha con un triunfo sobre el Morelia.   [caption id="attachment_271424" align="aligncenter" width="1024"] FOTO: Mexsport[/caption]   Fueron los últimos gritos de gol en la colonia Noche Buena. Las últimas muestras de agradecimiento y cariño, después de 22 años de jugar como local. No faltó quien grabara el gol de Martín Cauteruccio (11'), el primero en los 90 minutos finales. O después el de Ángel Mena (39'), con el que el público se levantó para aplaudir. Pudo ser más la diferencia sobre el Morelia, pero también el portero Sebastián Sosa hizo su parte. Cauteruccio fue el mejor, el más conectado en la organización del juego, y tuvo su recompensa. Mena, por otro lado, lo acompañó las veces que pudo, aunque casi siempre en segundo plano. Con ellos como ejes, el equipo ofreció su mejor primer partido en lo que va del torneo, empujado por su afición. En un ambiente de fiesta, como en las finales que disputó La Máquina en este estadio, el tiempo pasó rápido. Pronto aparecieron en las tribunas las camisetas en el aire, el "Olé, olé, cada día te quiero más", las fotos de despedida, los flashes. Fue una mezcla de tristeza y felicidad. De nostalgia por los años que se fueron, esperando un título que nunca llegó. Cruz Azul, ayer, sólo pudo ofrecer una victoria digna. Le queda todavía una deuda interna, pero se llenó de cariño por última vez. Como rival, el Morelia se hizo notar por momentos. Inquietó la portería de Jesús Corona, aunque no tuvo suerte. Antes de bajar el telón, las lágrimas traicionaron a algunos aficionados. Se terminó un ciclo en el Estadio Azul, 22 años de espera por un campeonato en la que hasta ayer fue su casa.  

Datos

  • El boleto más barato en la reventa era de mil 200 pesos. El más caro rondaba los cuatro mil.
  • Al final del partido los jugadores se reunieron en el centro del campo para despedirse de sus aficionados. Se acercaron a las tribunas y le aplaudieron a los asistentes.
  POR ALBERTO ACEVES
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