Eduardo Rocky Hernández vive sin rencor. Tras recibir un balazo en un asalto, el boxeador agradece que esta experiencia no provocó un giro drástico en su vida.
En el incidente, a un ladrón se le fue un tiro que se incrustó en el lado derecho de su espalda baja.
“Mi error tal vez fue traer los vidrios del auto abajo y así ellos se subieron. Sólo quería que se acabara todo, pero cuando uno de ellos disparó me preocupe muchísimo”, relató.
Los ladrones huyeron con sus tarjetas bancarias, en las que ahorró lo ganado en cada pelea. “Una hora después ya las habían vaciado, pero en ese momento lo más importante era mi salud. Pedí ayuda y unas personas me auxiliaron a llegar a un hospital; en el primero no me podían atender, así que nos fuimos a otro y allí fue posible sacar la bala”.
Tras la cirugía, los médicos le dieron una evaluación que al Rocky le pareció un milagro. “Hubo posibilidades de que perdiera mi riñón derecho, o lastimara mi hígado, que la bala tocara mi columna vertebral o que se afectaran nervios que impidieran la movilidad en mi pierna, y nada de eso pasó. Me siento muy agradecido con Dios porque podré rehacer mi vida sin enfrentar algo así”, agregó el púgil.
Eduardo trabajaba desde fines de 2017 para hacer su cuarta defensa del cetro superpluma juvenil del CMB.
“Estuve haciendo una preparación a consciencia, siempre lo he hecho así. Ya estaba por iniciar los sparrings pero esto cambió todo. Por ahora apenas puedo caminar, y con la rehabilitación poco a poco me iré incorporando, porque ya quiero volver a entrenar”, compartió Hernández Pérez, quien al practicar deporte en alto rendimiento ve mejoras en su recuperación.
Para Eduardo, lo mejor tras el doloroso momento son sus padres. “Siempre me han dicho que ellos son los únicos que estarán incondicionalmente a mi lado, cuando tenga un cinturón CMB y cuando no lo tenga. Siempre los he valorado y hoy todavía más”.
Por Katya López