Hace 50 años, la Sala de Armas Fernando Montes de Oca fue testigo del oro de Jerzy Pawloski, quien se consagró con el único oro de este torneo para Polonia, pero secretamente también era un espía anticomunista, durante la Guerra Fría.
Pawolski ya había probado las mieles del podio: fue subcampeón olímpico individual, y por equipos en Melbourne 1956, y de nuevo en conjunto en Roma 60, además de haber ganado bronce por equipos en Tokio 1964, pero México 1968 fue su consagración, no sólo por hacer sonar el himno nacional y ganar el primer oro olímpico de su vida, sino por superar al soviético Mark Rakita, quien simbolizaba entonces al vigente régimen comunista, en la etapa más álgida de la Guerra Fría.
Pawloski era además uno de los ciudadanos más ejemplares de su país: pertenecía a la Armada de Polonia y formaba parte del Cuerpo de Guardias Presidenciales de su país.
Nacido en Varsovia en 1932, Jerzy vivió las crudezas de la II Guerra Mundial, y llegó a México por su quinta presea olímpica cuando tenía 36 años. Sin embargo, en 1976 fue denunciado por espionaje y se le acusó de ser un agente que trabajaba para la organización estadounidense CIA, y se mostraron documentos que confirmaron cómo el esgrimista era un doble agente encubierto de la Seguridad Polaca desde 1950.
Tras la comprobación de estas acusaciones, Jerzy fue tratado como traidor, su nombre se borró del deporte de Polonia y pasó 25 años tras las rejas.
Pawloski fue liberado en 1985 sólo por un acuerdo para liberar a tres espías rusos a cambio de él; a pesar de los malos tratos, decidió quedarse en su tierra natal, donde falleció, en 2005, a los 73 años.
Por KATYA LÓPEZ