ARTES

Álvaro Uribe escribió una bitácora de la lucha contra el cáncer

Entre enero de 2008 y marzo de 2022, el escritor enfrentó el cáncer en tres ocasiones; en la tercera, falleció. El registro de aquellos días, de la vida hospitalaria, de su amor a la vida y de su amor a su esposa, Tedi López Mills, es hoy un “Tríptico del cangrejo”, su libro póstumo

CULTURA

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Créditos: Especial

Álvaro Uribe, cuenta Tedi López Mills, le sonrió y le dijo: “no es tan difícil morir”. Así, con esa certeza, se acostó sobre la cama y falleció un dos de marzo del año pasado. Aquellos días y semanas, el devenir hospitalario, las conversaciones médicas, las largas charlas, los desafíos al cuerpo y a la mente, las visitas de los amigos, los miedos, las certezas de la vida y la incertidumbre de la muerte que rondaba salvajemente la habitación, fueron plasmados en Tríptico del cangrejo (Alfaguara, 2023).

La primera batalla contra el cáncer ocurrió en 2008, en el pulmón derecho; la segunda, en 2018, en la próstata, y la tercera, nuevamente en el pulmón, ahora del lado izquierdo. Desde el primer diagnóstico, el autor de Expediente del atentado escribió un cuaderno en el que contaba literariamente su cotidianidad a lado de su esposa, Tedi.  El segundo cuaderno, sobre el cáncer de próstata, aparece en “Los que no”, su último libro en vida. Ambas bitácoras las conocía bien su pareja. El tercero, “el más triste”, no lo había leído nunca.

(Créditos: Especial)

“La última entrada, la del primero de marzo, un día antes de su muerte, la escribió en mi cuaderno porque él no quiso llevarse el suyo al hospital por temor a perderlo, es lo único que yo había leído. Semanas después de su muerte me puse a transcribir el tercer cuaderno y nos vi ahí como no nos había visto, con la certidumbre de que Álvaro iba a sobrevivir otra vez, pero también me di cuenta de que fue muy difícil desde el principio, desde noviembre de 2021 fue ir a contrarreloj, fue tratar de ganarle al cáncer, pero ya estaba muy agresivo, estaba muy avanzado cuando lo descubrieron”, cuenta en entrevista.

La fragilidad del cuerpo está en cada una de sus páginas, pero está también la fortaleza que, quizá, da la certeza de la vida, de querer vivir la vida, y están las trampas de la mente y el miedo al final del callejón. Pero, dice Tedi, el escritor fue un enfermo “sumamente paciente, muy poco aprensivo, muy poco nervioso, sumamente generoso, nada quejumbroso, no entraba en estados de pánico”.

Sin embargo, apunta: “es un libro, paradójicamente, muy disfrutable, muy generoso,  muy amigable, tiene mucho sentido del humor; además, hay muchas historias, en el primer libro escribe de su mamá, de su hermano… hay muchas historias, es un libro sobre toda una vida, no sólo es sobre los últimos 14 años”.

En el tercer cuaderno, acota Tedi, se ven las crisis, pero nunca hubo aspavientos. "Estábamos asustados, pero había como una serenidad que nos permitió, más o menos, ir navegando. Cuando Álvaro se fue al hospital nunca pensamos que iba a ser tan rápido, fue terrible, nada de lo que yo te pueda decir se parece a lo que pasó”, comparte la escritora.

 La incomodidad, la falta de aliento, las medicinas, los hospitales, las sensaciones físicas, las risas y los silencios, las reflexiones e incluso los inevitables juicios, todo está ahí, a corazón abierto. Y está, sobre todo, el rigor de la escritura.

“Es el relato de una enfermedad escrito por alguien que sabe escribir muy bien y sabe describir exactamente lo que le está pasando, y, además, lo quiere compartir con los lectores porque sabe que a todos nos puede pasar algo igual; Álvaro nos permite entrar en esa experiencia”, cuenta.

Y añade: “Nosotros nunca imaginamos que iba a ser el último y el definitivo, hablamos muchísimo, todo el tiempo, de lo que estaba pasando, de lo que podía pasar y de lo que nos había pasado a lo largo de los años, pero también de lo que estábamos leyendo y de lo que los dos estábamos escribiendo. Álvaro tuvo que suspender la escritura de la novela cuando lo sorprendió este diagnóstico en noviembre de 2021,  pero siguió con esta tercera bitácora; en los tres cuadernos está  el rigor literario, siempre está la buena pluma, hasta el final, hasta la última entrada cuando ya estaba en el hospital y ya estaba casi seguro de lo que pasaría; escribió con absoluta claridad, con absoluto orden, dio instrucciones muy claras y eso a mí me parece un privilegio.  Nunca conoceré a alguien como Álvaro, nunca más en mi vida. Estuvimos solos en el último momento, en el último aliento, estuvo sonriente hasta que acabó, hasta que ya no pudo, hasta que se quedó absolutamente dormido, eso, me parece a mí, fue una muerte impecable”.

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