Como si un diluvio hubiese caído sobre México en el siglo XVI, las manchas de la catástrofe aún son visibles sobre las paredes, 500 años después, dice L. M. Oliveira (CDMX, 1976). De esa metáfora, el escritor ha tomado el título de su última novela: “Las marcas del agua” (Dharma Books, 2022), una historia, a varias voces, en la que resuenan con estruendo las heridas que la Conquista dejó entre los mexicanos.
Oliveira ha querido escribir una novela histórica, pero anclada en la actualidad. El siglo XVI, afirma, es uno de sus favoritos y para remitirse a él eligió un episodio verídico, documentado: el de los hermanos Carvaxal, judíos conversos portugueses, quienes son testigos de los primeros años de la Conquista de México y de la evangelización.
“Quería contar una historia del siglo XVI, pero sin que fuera sólo una novela histórica, quería una novela con actualidad y que fuera histórica también: lo primero que hice fue ver cómo iba a abordar el siglo XVI, cómo iba a hacer que los personajes fueran creíbles”; el autor resolvió la trama evitando que sus personajes históricos hablaran de viva voz y dejó la narración a un historiador que bautizó como Teodoro de Villalpando.
Junto a su relato van avanzando otros, que en cierto momento tienen como destino unirse: el de Juana Vicente, una periodista española que aún sueña con revelar la verdad y el de Juan Miquiztli, un joven de clase baja que ve frustradas sus ganas de sobresalir de manera honrada. Oliveira prepara una mezcla de violencia y desesperanza, que encuentra reflejo en dos épocas: la del siglo XVI y la Conquista, y la época actual.
El círculo de la desgracia, piensa, “es un círculo que funciona muy fuerte en nuestra cultura, por más que uno se suelte, no logra salir. Creo que es más fácil ver el México terrible, que el México positivo y lleno de esperanzas, estamos en una encrucijada desde hace muchos años, en todo el siglo XX y lo que va del XXI, México ha estado en una difícil situación y eso se refleja en la esperanza de mis personajes”.
Pero el autor va más allá y, veladamente, plantea que la realidad mexicana actual es una estela que dejo el pasado violento y trágico de la Conquista. Unos de sus personajes, Tepoz, es un joven moreno que siente resentimiento por el color de su piel y achaca su desgracia a una condición de clase que le mantiene avasallado.
El siglo XVI, afirma, “sentó las bases del México posterior y nos alcanza en el siglo XXI, algunas muy obvias como que la mayoría de la gente en México habla español, pero otras menos obvias como que la estructura social que impusieron durante 300 años de castas, si bien la hemos roto en términos legales, pareciera que México la sigue arrastrando”.
“Otra cosa que es fundamental y que no nos hemos puesto a resolverlo es que la Conquista, que fue violenta y tremenda, dejo unas heridas, unas cicatrices en la propia idea de lo que somos los mexicanos, problema que no nos hemos sentado a resolver y eso creo que tiene repercusiones en el siglo XXI. Creo que es un tema pendiente enfrentarnos a las consecuencias que trae consigo al haber nacido de una conquista”, agrega.
En medio del conflictivo siglo XVI, Oliveira ficciona con la existencia de una cofradía, la Familia de la Concordia, que trabaja por la tolerancia religiosa. “Esas ideas ya existían en el siglo XVI, la tolerancia ya se estaba proponiendo, pero creo que sin duda alguna, como país y como planeta necesitamos un poco más buscar la concordia, vivimos en una época de mucha discordia. Yo sí creo que una cofradía de la concordia, no sólo religiosa sino entre las ideas humanas, le vendría bien al mundo, aunque en mi novela eso termina siendo una utopía fracasada”.
ELEMENTOS
Más del autor
- También es autor de las novelas Blody Mary; Resaca; Por la noche blanca y Las buenas costumbres
- Escribió los ensayos La fragilidad del campamento y Árboles de largo invierno
- Con Dharma Books publicó El mismo polvo, su primer libro de cuentos
LSN
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