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Andrea Villalón, el diario visual de una artista

En la obra de Villalón siempre hay un elemento poético, surrealista, donde la presencia femenina espera, contempla

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Autorretrato. (Foto: Cortesía de Andrea Villalón)Créditos: (Foto: Cortesía de Andrea Villalón)

Muchos escriben para no olvidar, pero Andrea Villalón (Uruapan, Michoacán, 1995) no sólo ha utilizado las palabras para recordar; también se ha valido de la fotografía, la música, el vitral, la escultura y, sobre todo, de la pintura para ir definiendo un estilo: “el estilo de un diario visual”.

“Mi mala memoria y obsesión por no olvidar mi vida me han llevado a retratarla minuciosamente”, dice. Otro ingrediente, el del “grandísimo interés por el estudio de mi persona”, han creado un universo. En el mundo de Andrea están: “mi ropa, mi taza, los libros que estoy leyendo, las flores de (esa) temporada, mi comida, mi bolsa, mis antidepresivos”.

Están también “mis sentimientos y pensamientos más recurrentes sobre la soledad, la identidad, mis sueños, miedos, el tiempo, la muerte, la tristeza, la memoria…”. Ella lo ve como “un ejercicio de sublimación” que se convierte en una paleta de colores brillantes, de trazos gruesos y toscos donde siempre pasa algo: una chica se corta un mechón de pelo frente a la luz de una vela, otra se asoma desnuda a la ventana para ver los rayos caer.

Andrea Villalón cuenta que no se acercó al arte sino hasta la adolescencia: “No crecí con museos, pero sí con un profundo interés hacia mi mundo interior, mis emociones, mis sueños, la música, la luz, el silencio y la naturaleza”. Fue en la preparatoria que, por recomendación de un amigo, vio La doble vida de Verónica (Kieslowski, 1991) y empezó a leer a autores como Boris Vian y Heinrich Böll. Entonces todo se desbocó.

Muy a pesar de lo que querían sus padres se fue de “la capital mundial del aguacate” y se instaló en la Ciudad de México para estudiar en La Esmeralda. En una etapa de encierro comenzó a pintar. En 2019 expuso por primera vez en Material Art Fair con su Galería Machete “y de ahí en adelante sólo he pintado y pintado sin parar”.

En la obra de Andrea siempre hay un elemento poético, surrealista, donde la presencia femenina espera, contempla. Pero no es que a la artista le interese hacer arte feminista, su “condición de mujer”, dice, “es both a blessing and a curse” (tanto una bendición como una maldición). “Mi género no es algo que me interese resaltar deliberadamente. Creo que tengo una visión muy femenina y me gusta que así sea, me identifico naturalmente, pero la razón por la que existe, más que ser un statement, es simplemente por el hecho de que lo soy”.

Andrea vive ahora en Londres, donde “desde hace unos meses” tiene un estudio. En Europa ya tuvo también su primera exposición (en Copenhague), con la galería Brigade, que le representa. Próximamente, en abril, montará su segunda exposición individual en México, “con mi Galería Machete” y lo que sigue “es simplemente seguir siguiendo, seguir observando atentamente a Andrea y exhibiéndola”.

PAL