BELLAS ARTES

El regreso de la ópera a Bellas Artes fue un éxito en 2021 con todo y pandemia

Con algunos conciertos y una docena de funciones operísticas, en 2021 se pudo poner fin a más de año y medio de ayuno de quehaceres en el escenario, como medida sanitaria ante la pandemia

CULTURA

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Con algunos conciertos y una docena de funciones operísticas, en 2021 se pudo poner fin a más de año y medio de ayuno. Foto: Especial Créditos: Especial

Las actividades líricas regresaron a Bellas Artes en 2021. Además de continuar con diversos programas virtuales, de manera presencial se realizaron cinco conciertos y 12 funciones operísticas entre julio y diciembre, lo que puso fin a más de año y medio de ayuno de quehaceres como medida sanitaria ante la pandemia.

La Ópera de Bellas Artes (OBA) se incorporó a la nueva normalidad con alguna gala de escasa duración. Y luego con la semiescenificación de la ópera Montezuma del compositor alemán Carl Heinrich Graun, en funciones ofrecidas los días 23, 26 y 28 de septiembre, además del 3 de octubre pasados.

Las presentaciones, celebradas en el marco de los 500 años de resistencia indígena frente a la invasión española, contó con la idea escénica de Ruby Tagle y la dirección concertadora de Iván López Reynoso, en su primera ópera completa como titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes.

En aras de reducir el riesgo de contagios, la agrupación musical y el concertador no actuaron en el foso, sino a nivel del escenario. Del reparto destacó la mezzosoprano Guadalupe Paz en el rol del emperador de México, Montezuma. Fue la cantante que mejor comprendió el estilo de la obra y por ello su voz se proyectó cubierta de un timbre esmaltado, con la que sorteó las agilidades y demás ornamentaciones de su papel.

Posteriormente, la OBA —en colaboración con el 49 Festival Internacional Cervantino (FIC)—, por fin pudo llevar a la escena Ascanio in Alba, K. 111 de Wolfgang Amadeus Mozart, título que tenía contemplado desde antes de la irrupción de la pandemia.

Las funciones se realizaron los días 21, 26 y 28 de octubre con el coro, la orquesta y su titular, de nuevo al fondo del escenario como medida sanitaria, en una disposición inusual que incidió en el óptimo ensamblaje sonoro entre la música y las voces.

El concepto de montaje de Miguel Santa Rita, director debutante en ópera, resultó poco afortunado para proyectar la luminosidad de la obra. Se realizó a partir de una cámara penumbrosa, casi desnuda de elementos decorativos, de no ser una telaraña de cables y tubos en lo alto del escenario que encendida pretendió dar astralidad a la representación y con ello, tal vez, brindarle connotaciones cósmicas. Incluyó, además, algunos edificios de escala diminuta y desproporcionada respecto de los cantantes, dando la impresión de un diorama inverosímil.

La OBA también quería homenajear a Ludwig van Beethoven desde 2020, en su 250 aniversario. Fue hasta este año, como cierre de su Temporada 2021, que Fidelio o El amor conyugal Op. 72, único título operístico en el catálogo del alemán pudo subir a escena los días 2, 5, 7 y 9 de diciembre, con la intervención sobresaliente, en el rol protagónico, de la soprano María Katzarava, en clara muestra de su madurez vocal y artística.

El trazo de “concierto escénico” firmado por Mauricio García Lozano podría resumirse en la ubicación de cada personaje en una parcela del frente del escenario. El fondo estaba ocupado, una vez más, por la orquesta del teatro. También hubo diseño de vestuario a cargo de Jerildy Bosch, consistente en prendas negras genéricas, y una escenografía de Jorge Ballina que incluyó contornos de cubos luminosos, en un paisaje entre Q*bert y Tron, por así describirlo.

En términos operísticos, este año Bellas Artes no se distinguió por calidad interpretativa ni tampoco por gratificantes propuestas de producción. Más bien, en este raro 2021 se singularizó por una joven batuta que en forma paulatina acumula experiencia, al frente de noveles talentos, muchos de los cuales apenas registraron el debut de sus carreras. Todo ello estimula la cantera artística mexicana y resulta valioso y loable.

Sin dejar de discernir que una compañía nacional de ópera, o cualquier otro arte, no debería perder de vista que sus objetivos y alcances deben ser más robustos que el simple sueño profesional cumplido de sus incipientes participantes.

POR JOSÉ NOÉ MERCADO

MAAZ