La cuarentena tomó por sorpresa a Pedro Friedeberg en su casa de la costa del Pacífico. Ahí dedica entre seis y ocho horas diarias a la pintura mural, al dibujo, al grabado y a la lectura. “Siempre trabajo en el encierro, soy muy egoísta”, atajó el último surrealista en México.
Friedeberg, quien recién inauguró una exposición en la Casa de México en España en colaboración con Trilce, confesó que sólo extraña caminar por la calle, pero si algo disfruta es una ciudad vacía como –recordó– las retratadas por Giorgio de Chirico o la que le tocó cuando llegó a México, en 1942.

Tras el confinamiento, a Friedeberg le espera la apertura de dos exposiciones en Nueva York, la inauguración de un mural de 30 metros que hizo para una fábrica en CDMX, la edición de un libro con Trilce y la publicación de sus dibujos reunidos en El cuaderno de la cuarentena. “Es uno diario, van a ser 80 o más, porque me eché tres cuarentenas seguidas, ya llevo aquí 100 días”, señaló.
Además, trabaja en tres carpetas de grabado y, por mero gusto, realiza un mural a mano en casa. Todavía le queda tiempo para la lectura. Tiene una biblioteca de 25 mil libros, donde guarda la Biblia en 25 idiomas; el Quijote de la Mancha, en 16 versiones, y la Enciclopedia Británica, de la edición de 1911.
[nota_relacionada id= 1079423]“A la gente le da flojera voltear la página y sólo quieren estar frente a sus máquinas. Me educaron desde los cinco años a leer y me encanta coleccionar ediciones”, afirmó el artista de 84 años.
Por Sonia Ávila
lctl