Amparo Dávila se fue un día de primavera

La escritora zacatecana, considerada decana del cuento mexicano, murió a los 92 años. Tuvo en la literatura a su amante más fiel

Cuando cumplió 80 años, hace 12 años, Amparo Dávila (Pinos, Zacatecas) confesó: “He vivido el quehacer literario como parte de la vida misma y nunca como una fría y rutinaria profesión; es mi gran pasión y debo reconocer que he sido para ella una amante inconstante, pero nunca infiel”.

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Infatigable, amante de los gatos, generosa impulsora de carreras literarias, la decana del cuento mexicano se despidió ayer de este mundo a los 92 años. Nunca dejó a esa fiel compañera que fue la literatura. Hace dos años, cuando volvió a ser motivo de homenajes por sus 90, habló del impulso que no cesaba: el de seguir escribiendo.

Dávila se inició en las letras desde niña, cuando los padecimientos de garganta la obligaban a quedarse en casa: “el clima del pueblo era muy frío”, por lo que pasaba todo el tiempo en la biblioteca de su padre. Asistente de Alfonso Reyes, se casó con el pintor Pedro Coronel. En los 50 comenzó a publicar sus poemas y cuentos; en 1959 publicó Tiempo destrozado y en 1964, Música concreta.

Premio Xavier Villaurrutia en 1977, también recibió la Medalla Bellas Artes en 2015, por sus aportaciones. En marzo, la Universidad de Guanajuato le concedió el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura.

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Por Luis Carlos Sánchez

eadp

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