Alrededor de 1956, Octavio Paz y Elena Garro vivían un tormentoso matrimonio. Ella había escrito ya Los recuerdos del porvenir, que él se negaba rotundamente a que fuera publicada. Después de una discusión, en su departamento en la calle de Nuevo León, la escritora tomó el manuscrito y lo arrojó a la chimenea; desconsolada, se encerró en su cuarto llorando por su primera obra.
“¡Cinco años de trabajo, carajo!”, se reprochó a sí misma frente a su hija Helena y su sobrino Francisco Guerrero Garro, quien estaba de visita. Francisco corrió a su cuarto; envuelto en una toalla llevaba el manuscrito: “Anoche vi cuando lo aventaste a la chimenea, pero lo saqué de ahí, mira, aquí está y no se le quemó nada”. La novela, precursora del realismo mágico en México, se había salvado del fuego.
El episodio, lo cuenta el mismo Francisco a la investigadora Patricia Rosas Lopátegui en una entrevista que se publica por primera vez como parte de dos volúmenes: Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos (Gedisa, 2020), en los que la investigadora recopila y organiza las entrevistas que Garro concedió, así como los textos sobre ella, aparecidos en la prensa, incluidos los que publicó El Heraldo de México, sobre todo en torno al Movimiento de 1968.
“Elena pensaba que esa obra nunca se iba a publicar, porque Paz la obstaculizó durante 20 años, que no vengan con otros cuentos, ¡así fue!”, dice la investigadora. La historia detrás de su publicación es también la del desencuentro de dos autores y, piensa, la del patriarcado que ha imperado en la literatura nacional.
La escritora poblana habría escrito su novela entre 1951, en París, y 1953, en Berna, Suiza; la intentó publicar por vez primera en 1957, cuando la envió al Fondo de Cultura Económica; después, por ayuda de su amante, Adolfo Bioy Casares, intentó en Argentina; siempre sin éxito.
“Lo que narra Helenita Paz es que su papá, para vengarse de Elena, se oponía a la publicación de Los recuerdos del porvenir, y era más bien un pleito de tipo sentimental”, dice Rosas. En 1958 las cosas cambiaron, Paz se enamora de Bona Tibertelli de Pisis, con quien quiere casarse, se divorcia de Garro y atiende las demandas de Adolfo López Mateos para sacar a la escritora del país, quien había participado en un litigio, a favor de campesinos.
Paz acabaría por cambiar: en 1962, su relación con Bona fracasa (había tomado al pintor Francisco Toledo como su amante) y se refugia con su ex esposa y su hija en París. Es entonces cuando el autor pone todo el empeño para que la obra se publique y presiona a Joaquín Díez Canedo para que aparezca en 1963; ese mismo año también, la novela es declarada ganadora del Premio Villaurrutia, del que Paz había sido jurado.
Rosas Lopátegui lleva varios años trabajando en torno a Garro. Piensa que se podría reescribir, más a fondo, una nueva biografía de la autora, pero aún están las cartas, principalmente de Paz, y textos inéditos que deben revisarse. La tarea seguirá pendiente, ya que un litigio entre familiares de la escritora, impide consultar y publicar ahora los archivos. [nota_relacionada id=887127]
POR LUIS CARLOS SÁNCHEZ
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