Emiliano Zapata es uno de los máximos símbolos de la Revolución Mexicana. Pero sus aportes no sólo se dieron en el campo de batalla, también es un ícono en muchos aspectos de la vida cultural de nuestro país.
Zapata tuvo nueve parejas y dos esposas. La segunda fue Josefa Espejo, una muchacha cuyo padre porfirista rechazaba al caudillo. Evadiendo al futuro suegro, Zapara ideó una forma de comunicarse con Josefa entre ingeniosa y graciosa. Caminaban a distancia a la orilla del río. Emiliano (siempre atrás) echaba al agua los mensajes de amor. Unos metros más adelante, Josefa los recogía con especial cariño.
Zapata era un líder feminista
El caudillo era solicitado por el sexo femenino, que lo veía atractivo. El héroe agrarista lo sabía; los espejos y las cámaras también. En las filas zapatistas hubo más mujeres combatientes que en cualquier otro ejército revolucionario.
Cuando Rosa Bobadilla “La Generala” enviudó, Emiliano le concedió el puesto de su marido. A Margarita Neri la convirtió en comandante. Ambas zapatistas lideraron ejércitos de cientos de campesinos y fueron obedecidas por todos ellos.
En la cultura mexicana
Muchos músicos de nuestra época han escrito canciones en honor al héroe morelense. Celso Piña, Lila Downs y la Mamposina han homenajeado con sus letras a Emiliano Zapata.
Además, pintores y escultores han hecho de la imagen del caudillo una de las más reproducidas. Las estampas de grandes obras en el Metro Zapata son una prueba del arte que propició el nacido en Anenecuilco, Morelos.