José Alfredo Jiménez

Así era nuestro padre

Es a través de toda su obra en la música mexicana por lo que se considera un antes y un después de José Alfredo Jiménez

Así era nuestro padre
EL REY. José Alfredo Jiménez nació el 19 de enero de 1926. Foto: Cortesía Foto: Archivo

Y ¿Cómo se va a llamar el niño? –preguntó el señor cura Zacarías Barrón, de la Iglesia Parroquial de Dolores Hidalgo, Guanajuato–, a don Agustín Jiménez quien acompañado de su esposa doña Carmen Sandoval y cargando a su hijo de 63 días de nacido, contestaron casi al unísono: Alfredo Jiménez Sandoval, señor cura.

El matrimonio Jiménez Sandoval no podía imaginar que ese día 23 de marzo de 1926 no sólo estaban bautizando a su hijo, sino que le estaban dando nombre a quien sería el compositor más importante de la música vernácula mexicana o como se le llama coloquialmente “Ranchera”,  que a partir de 1947 revolucionaría la manera de escribir y relatar en sus canciones los sentimientos del hombre hacia la mujer, ya que él le apuesta a la sinceridad y se atreve a decir de la manera más honesta lo que los hombres de su época callaban.

HOMENAJE. 35 aniversario luctuoso de José Alfredo Jiménez, Auditorio Nacional. Instalación de Betsabeé Romero, 2008. Foto: Cortesía Betsabeé Romero.

Aquel tequila

Recordemos que en las películas mexicanas de las décadas de 1940, 1950 y 1960, considerada la Época de Oro del cine mexicano,  se reflejaba lo que se vivía en el seno de las familias del pueblo mexicano, un patriarcado que parecía más bien un machismo exacerbado, donde las mujeres estaban sometidas a la voluntad de los hombres y el estereotipo de estos establecía que ellos no ruegan –no lloran– no se humillan y mucho menos por una mujer. Sin embargo, José Alfredo Jiménez se atreve a cantar en una de sus icónicas obras (Ella): “Me cansé de rogarle”; en otra parte de la misma, él dice: “pero aquellos mariachis y aquel tequila me hicieron llorar”; los hombres no pierden y él escribe: “te adoré, te perdí, ya ni modo”, rompiendo para siempre esos paradigmas. Es a través de toda su obra en la música mexicana, también denominada vernácula, por lo que se considera un antes y un después de José Alfredo Jiménez.

Como dato curioso: en aquella época, todas las grandes estrellas usaban un solo nombre acompañado de su apellido, Pedro Infante, Jorge Negrete, Lola Beltrán, Lucha Villa, Silvia Pinal, Pedro Armendáriz, Luis Aguilar, etc. Nuestro padre pensó en 1947, año en que empieza su carrera artística, agregar el nombre José, a su nombre de pila y así darse a conocer al mundo.

SOBRE ÉL. Fue autor de más de 300 temas, entre rancheras, huapangos y corridos. Foto: Cortesía

• …Ay José Alfredo... Te fuiste muy pronto, tan sólo 26 años de carrera y 47 de edad.

• Cuántas canciones te llevaste contigo al infinito.

• Pero debes estar muy contento, donde quiera que estés, porque ahora eres más famoso que nunca. Tus canciones se cantan por el mundo entero.

• ¿Sabes? El éxito de alguien se puede medir por las vidas en las que influye. En ese sentido, son incontables las que tú has tocado con tus canciones.

• Te fuiste hace 47 años. Generaciones que ni siquiera habían nacido en ese triste viernes 23 de noviembre de 1973, ahora, te reconocen, te cantan y te admiran porque son ¡José-Alfredistas de corazón!

Moradores del Mundo raro…
Seguidores de La que se fue…
Esperanzados en Si nos dejan…
Renuentes a La retirada…
Trovadores de la Serenata sin luna...
Apasionados por Qué bonito amor…
Jinetes del Caballo blanco…
Dueños del Perro negro…

• Pero, sobre todo, agradecidos de ti… Que todavía tuviste la humildad de darles las “Gracias” en tu última canción.

• No te imaginas lo que representas para todos nosotros, el cariño que te tenemos y cómo te extrañamos.

JOSÉ ALFREDO. Considerado uno de los más grandes de la música popular mexicana. Foto: Cortesía

De la mano de un gran admirador de la obra de nuestro padre, Jairo Jaller Chamat en su texto El Rey. José Alfredo Jiménez, cuya segunda edición se realizó en 2019, descubrimos aspectos de su legado, bajo una mirada a la distancia, pero también con la cercanía que nos da la obra del gran compositor. En actitud similar al noble jinete del Caballo Blanco, se montó en el corcel literario para llevarnos a ese Mundo Raro, del que tantas veces nos habló en sus canciones para externar un testimonio no sólo su sentir, sino el de todo un pueblo.

El autor fijó su norte y tomó El Camino de la Noche, que inevitablemente lo condujo al Camino de Guanajuato, ese que Dios le señaló, para desentrañar las raíces, la historia ancestral y la de nosotros los hijos de José Alfredo, quienes atesoramos y valoramos su obra y de manera entrañable esa composición que nos dio como artista y padre: Arrullo de Dios, una canción de cuna desde la inspiración ranchera, algo con gran significado en la música mexicana.

Ves cómo sigues, no sólo Marcando el paso, sino marcando vidas, papá… o dime tú como preferirías que te llamen:

Fello”, como te decían tus cuates,

Palo”, como te decía cariñosamente tu hermana, mi tía Concha,

Cuervo”, apelativo que te dieron cuando jugabas al futbol, o

El Rey”, como te decimos todos.

Por José Alfredo Jiménez Medel y José Antonio Jiménez Medel

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