Las últimas pinceladas de Gilberto Aceves Navarro (1931-2019) fueron para un estudio sobre la crucifixión de Jesucristo. No en un sentido litúrgico, sino desde la mirada humana del dolor, la muerte, el mal y el fin. Dedicó, literal, sus últimos meses a la comprensión y reinterpretación del Altar de Isenheim, del renacentista alemán Matthias Grünewald. Planeaba una serie monumental, en cantidad y tamaño.
Su muerte, en octubre, interrumpió el proyecto; apenas dejó tres pinturas de gran formato y una enorme cantidad de dibujos preparatorios en su estudio de Cuernavaca. Ahora las obras inéditas serán el epicentro de la exposición 1931-2019. Homenaje a Gilberto Aceves Navarro, organizada por la galería Hilario Galguera y la Fundación Aceves Navarro.
Se trata de una exhibición que el propio artista pensó para reactivar su presencia en el mercado del arte a sus 89 años. Y si bien podía montar cualquiera de las series anteriores, decidió, junto con el galerista, producir obra para mostrar su fuerza creativa, de pensamiento e incluso física, a pesar de su dificultad respiratoria.
“Me dijo que quería hacer algo, y le contesté por supuesto, que ocupáramos obra de su acervo, pero que pensáramos en el futuro y le propuse hacer unas variaciones sobre el Altar de Isenheim que me parece una obra maestra. Ese día que hablamos regresé a casa, y en la noche su hijo me mandó un video donde Gilberto ya estaba trabajando”, cuenta el galerista.

pintó hasta los últimos días de su vida. Foto: Especial
La propuesta original era dedicar un año al estudio de la pintura renacentista y montar la muestra en octubre próximo. Ante su muerte, Galguera optó por adelantar la exhibición en una suerte de reconocimiento a su último aliento creativo.
Las pinturas evidencian la potencia del pincel del también docente. En sus trazos abstractos, algunos gruesos y con movimiento, los colores primarios hacen su trabajo en la mirada del espectador, quien encuentra en cada detalle una relectura de la crucifixión de Jesucristo. No son tétricos ni oscuros; por el contrario, juegan con la vivacidad de los tonos.

el desconocimiento de las instituciones. Foto: Cortesía
Así en la curaduría se establecen conexiones directas con obras tempranas como “El de Van Gogh II”, de 1988, o “Sueño del unicornio”, de 1996. Para enfatizar en este diálogo, se hará cada dos o tres semanas una “renovación” de las obras montadas para presentar las más posibles en una muestra que intenta potenciar sus diferentes técnicas, temas y estilos.
Galguera precisa que Aceves descubrió el secreto de la pintura al expresar por igual el juego y el divertimento que el drama y el erotismo. Tal vez por ello las instituciones culturales y la crítica poco comprendieron su obra y mínima atención le dieron a pesar de ser un representante activo de la Generación de la Ruptura.
“No es una exposición antológica ni temática, lo que hice es tomar en cuenta nuestras últimas conversaciones, y trato de mostrar sus distintas temáticas, técnicas y su manera particular de trabajar la pintura, ya que experimentaba con lo digital y hasta con el aerosol”.
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Por Sonia Ávila
IMU