Los últimos tres años de su vida, José García Ocejo (Veracruz, 1928-Ciudad de México, 2019) concentró su energía para construir universos fantásticos en una suerte de diario. Apuntes gráficos aderezados de poesía. Trazos de animales que imaginaba para huir del aburrimiento. Dibujos a bolígrafo de color sobre hojas blancas de libretas que hoy reúnen sus pensamientos tardíos.
Una selección de estas decenas de dibujos, hechos en su estudio, se exhiben en el Museo de la Ciudad de México a manera de homenaje, a un año de su partida. Son un breve recordatorio de la potencia creativa del artista que si bien nunca se integró a un grupo o corriente estética, se le identificó en la Generación de la Ruptura.
[caption id="attachment_823877" align="aligncenter" width="1200"] COMPLEMENTO. Junto con los dibujos, se exhibe un video que aborda la vida del creador. Foto: Pablo Salazar[/caption]
Los dibujos expuestos enmarcados a manera de pinturas, revelan los últimos pensamientos de García Ocejo. En ellos se miran seres fantásticos con breves rimas, a veces sólo se lee una especie de carta y otras recordatorios para su hija Mercedes García, cuando llegaba de visita. Mirar las libretas es entrar a la intimidad de un creativo a sus 90 años de edad.
"Cuando mi padre empezó a perder salud, veíamos que ya no pintaba con la misma energía, su cuerpo no respondía igual. Yo sentí el impulso de ayudarlo a salir de ese estado, cuando te empiezas a deprimir, y le compré libretas y plumas de colores de las más simples.
"Me dijo 'ya no quiero hacer nada', y le respondía: 'aquí te dejo esto para que no te aburras mientras haces nada'. Empezó a dibujar y su estado de ánimo empezó a cambiar", relata Mercedes.
La también periodista precisa que si bien es una muestra pequeña en cantidad de obra, es muy reveladora de la mente creativa de su padre. En los dibujos se evidencian los entornos naturales, animales, colores, formas y romanticismo que abundan en su obra de caballete e incluso mural. Mirar los apuntes es reencontrarse con el pintor que expuso en Francia, Egipto y EU.
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Sorprende el trazo fino y fuerte que el artista logró con bolígrafos habituales. Su hija confiesa que ambos se maravillaban de la magia del color en la tinta más clásica y simple de una pluma. Esa curiosidad por descubrir nuevas posibilidades pictóricas llevó a García Ocejo a llenar casi ocho libretas de apuntes visuales.
"Hay un divertimento, encontró una manera de divertirse con él mismo, era su propia compañía lo que le hacía más atractivas las libretas y por otra parte, se asombraba de cómo con un bolígrafo volvía a sentir la potencia del impulso cuando la mano está por dibujar algo y la sorpresa de los colores que le daban brillo a los dibujos", añade su hija. García Ocejo estudió Arquitectura en la UNAM, y después Artes Visuales en la Escuela de Pintura La Esmeralda.
POR SONIA ÁVILA
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