A 500 años de la Conquista: La Noche Triste y el árbol que ardió

Hace 40 años, se quemó el ahuehuete en el que se afirma que Cortés lloró su derrota, pese a que no existen pruebas de ello

La Ciudad de México se despertó el 10 de enero de 1980 con una desagradable noticia: uno de sus símbolos de más orgullo, había sido víctima del fuego. “El árbol de aproximadamente 25 metros de altura y ocho de diámetro comenzó a arder aproximadamente (sic) a las 6:04 horas (tiempo local) y fue sofocado luego de tres horas”, reportó un cable de Notimex, publicado por el extinto diario El Nacional.

El “histórico” árbol, llamado de la Noche Triste, dónde se dice que Hernán Cortés lloró su derrota frente al pueblo mexica, ardió sin que se conociera el motivo: un explosivo (cohete) arrojado en la concavidad que conserva el viejo ahuehuete, “un cigarro o alguna fogata que se quedó encendida, ya que según dicen los vecinos, el orificio es usado por los indigentes del rumbo como refugio”, fueron algunas de las teorías del siniestro.

Cuarenta años después del fuego que lo dejó “ennegrecido”, los restos del árbol volverán a ser recordados el 30 de junio, cuando se cumplen cinco siglos del episodio en el que, se afirma, el conquistador sollozó por sus hombres. El hecho, sin embargo, no encuentra ningún respaldo histórico ni documental, de acuerdo con el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

Para el especialista, la epopeya quizás brotó de la boca de Manuel Gamio (1883-1960) ‘cuando alrededor de los 50 del siglo pasado explicaba a un joven estudioso de la historia (Miguel León-Portilla), y además sobrino suyo, los pormenores de aquella derrota’, refiere en su artículo ¿Lloró Cortés en el “árbol de la Noche Triste”?.

Matos documenta que ni el mismo Cortés, en sus Cartas de Relación, enviadas al Rey, ni Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, mencionan el árbol, aunque el segundo si dejó por escrito la existencia del llanto: “Pedro de Alvarado, que como Cortés y los demás capitanes le encontraron de aquella manera y vieron que no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos”.

La historia entonces, para Matos, fue producto de la costumbre. “Vemos la ausencia del árbol, aunque las lágrimas si están presentes. La tradición ha señalado que fue en el vetusto árbol que se encuentra en Tacuba donde ocurrió”.

Cortés salió con sus hombres y sus aliados indígenas huyendo de Tenochtitlan. Los mexicas los habían sometido en el Palacio de Axayácatl: de la retirada no existe duda, pero del lugar exacto donde tomó un respiro y lloró su derrota parece no existir evidencia.

 

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Por Luis Carlos Sánchez


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