El arte vivo de Kurtycz

Hace 50 años el polaco llegó a México para convertirse en uno de los precursores del arte acción; ahora el MUAC presenta una muestra

Si algo resulta complejo al entrar al universo de Marcos Kurtycz, es saber por dónde. Hay tantos caminos como ideas para hacer arte: acciones urbanas, libros, carteles, cartas-bomba, objetos hechos procesos, textos, notas, videos, fotografías e inventos.

Ese el reto que lanza el curador Francisco Reyes Palma en Marcos Kurtycz. Contra el estado de guerra, un arte de acción total, la primera retrospectiva de Kurtycz, que alberga el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).

Kurtycz, quien llegó a México dos semanas antes de la matanza de 1968, produjo arte como si la vida se le fuera en ello.

“El arte con el que Marcos se sentía identificado es el vivo, donde el cuerpo tiene un carácter central, es el arte acción, una vertiente del accionismo. La lógica aquí no es la representación de la obra, sino los procesos, hay piezas que le pudieron llevar años. Entonces no es ver un objeto como una obra, sino ver el conjunto de la investigación”, explicó el cuarador Francisco Reyes Palma.


[caption id="attachment_794757" align="aligncenter" width="600"] EXPERIMENTACIÓN. Pasó por el cinetismo, el
arte lumínico, electrosonoro, experiencias sinestésicas, multisensoriales, esculturas y fotografías. Foto: Cortesía[/caption]


Muchas veces, dijo, el artista no buscaba un sentido a la obra, sino generar un proceso plástico, y así una experiencia emocional. Siempre al margen del sistema institucional, del reconocimiento comercial, del valor museístico y el mercado.

No se integró a ningún grupo; colaboró y apoyó a colegas como Felipe Ehrenberg y Helen Escobedo sin fusionarse; se apropió de simbología de problemas locales sin ser neomexicanista. Su trabajo es una producción libre e independiente, advirtió el curador.

Al artista se le conoce por la gama de acciones que realizaba en soledad, pero a veces convocaba a público, como ocurrió en 1979, cuando hizo Pasión y muerte de un impreso, con su propio cuerpo. La anécdota cuenta que era tan decadente su estado físico, que el público llamó a una ambulancia.

Él asumía la existencia de la obra desde la idea y con ello su desmaterialización.

POR SONIA ÁVILA

abr

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