Antonio Ortuño tiene la habilidad de desdoblar su mente en dos: el novelista y el periodista. Así ha sido desde hace 22 años cuando comenzó su carrera en la redacción de un periódico y a la par maquilaba ideas de posibles relatos literarios. Por ello no es de extrañar que en un mismo año publique los libros Olinka y El Caníbal ilustrado; el primero es una novela y el segundo la recopilación de sus textos periodísticos.
Bajo la premisa de ofrecer una relectura a sus discusiones literarias, Ortuño seleccionó de entre tres mil 500 artículos periodísticos, un centenar que dan cuenta de su evolución como pensador sobre la literatura en todas sus expresiones. Es, afirma en entrevista, poner sus ideas a discusión en la plaza pública.
“Siempre tuve ese apetito –afirma el autor – de apostar a que los artículos, el periodismo también pueda ser literatura si se escribe con una mentalidad literaria. La idea no es hacer una preceptiva literaria, no es un libro académico, no es un libro de teoría literaria para que lo lleven en la universidad, sino un libro de discusión sobre la literatura”.
Así El Caníbal ilustrado está organizado en cuatro secciones: La feria de las vanidades, El libro negro, Negocios raros y El mundo alucinante. Entre todas se enlistan textos escritos entre 1997 y 2019, un trayecto de 22 años donde su mente se puede desdoblar en dos escritores, aunque asegura que trata de no combinarlos.
“Me enamoré de la vida de la redacción, siempre trabajé en edición y me dio mucha disciplina, me ayudó a mantenerme bien informado y crearme hábitos para encontrar datos, textos pertinentes, acostumbrarte a escuchar voces alternas de un caso. Entonces he tratado de llevar recursos e ideas literarias al tipo de periodismo que hago porque siempre me este lenguaje estereotipado del periodismo y aposté por algo más personal”.
A propósito de esta relectura de su faceta como periodista, Ortuño reflexiona sobre cómo ha cambiado el periodismo en México, y su primera afirmación es la falta de libertad para la creatividad del reportero. Frente a la entrada de los lenguajes digitales y la necesidad de que el periodista haga varias actividades al mismo tiempo, el escritor asegura que se han convertido en “trabajadores de medios de comunicación”.
Ello significa que en las crónicas, artículos y reseñas en las que se juega con el lenguaje literario, se discuten ideas o se planean juegos de palabras, para ofrecer una visión distinta sobre algún caso, han muerto, no por falta de imaginación del periodista, sino por las tantas “talachas” que debe hacer.
Recuerda cuando presentaba a sus editores textos compuestos únicamente de preguntas, una tras otra, “pero si estaban bien argumentados, investigados, las aceptaban”. Ese tipo de periodismo requiere imaginación y tiempo.
“Te podías arriesgar más en muchas cosas porque los periódicos estaban más sólidos y apostaban por ser diferentes y tener una multitud de voces, pero han cambiado mucho porque el periodista está obligado a ser un trabajador de medios”.
Por Sonia Ávila
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