Al escribir su más reciente novela, 4 3 2 1, la cual está presentando en Buenos Aires, Paul Auster descubrió que la sociedad estadounidense sigue estando tan dividida como en los 60 y “no ha cambiado esencialmente”.
Se refirió a que tuvo que cambiar su título inicial, Ferguson, cuando un pequeño pueblo del que nunca había oído hablar en Missouri, llamado de la misma manera, se convirtió en un símbolo de la lucha racial cuando un policía blanco mató a un joven negro desarmado.
“Fue una manera horrible de aprenderlo, pero no hemos cambiado”, declaró el también autor de La música del azar, quien observó que ya no podría usar más el título original porque cualquiera que lo viese pensaría que trataba de temas raciales.
Explicó también que, para él, crear requiere “estar muy relajado, y abrirse para que el mundo se precipite dentro de ti, y que al mismo tiempo lo que está dentro pueda salir. Es como una cirugía a corazón abierto”.
“Tienes que llegar a un estado en el cual desapareces y eres un médium a través del cual está sucediendo”, relató Auster.
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FOTO: Casa del Libro[/caption]
No podría escribir sin alcanzar ese estado, porque “tienes que abrirte tanto a ti mismo que puedas entrar en las mentes y almas de otras personas”.
El escritor afirmó que encontró un sorprendente número de cosas que pensó que jamás hallaría indagando en su niñez, por primera vez, para escribir sus últimas novelas, sin las cuales no podría haber llegado a 4 3 2 1.
Ese material que pensó en un primer momento “inaccesible” fue lo que le hizo sentir que estaba “arando el terreno” e hizo posible su creación más reciente: “Si no hubiese explorado mi niñez, no me hubiese tentado escribir una novela que ficciona” esa etapa de la vida.
El también director de cine expresó que acabar un libro es como “dar a luz, y luego estás vacío”, por lo que siempre se toma un tiempo antes de pasar a escribir el siguiente.
“En mi caso, necesitas recargar. Es como tirar de la cadena”, bromeó, y expuso que al escribir “tienes que darlo todo y cuando acabas no te queda nada”, y que siempre que le sucede cree que es “imposible que vaya a ser capaz de imaginar otra historia”.
POR REDACCIÓN HERALDO DE MÉXICO
