Un androide comenzó a dar clases en un salón de la Universidad de Osaka, supliendo al Dr.
Hiroshi Ishiguro y uno de sus alumnos es mexicano. “Hay alumnos muy tímidos que prefieren hacerle preguntas a un androide que a un profesor, en caso de que tengan dudas en clase. Yo controlo al androide desde mi casa, o desde cualquier ciudad donde esté, para que imparta la clase y resuelva dudas”, dijo Hiroshi, creador de Geminoid HI.
Interesado en la naturaleza humana, y en la suya en particular, el científico de 55 años ha creado una copia robótica de sí mismo para poder estudiarla con detenimiento. “El objetivo era conseguir que la cara de mi robot fuera idéntica a mí.
Puedo estar fuera de Japón, en cualquier parte del mundo, e impartir una conferencia o una clase a mis alumnos de la Universidad de Osaka, con mi clon, a través de la tecnología”, explicó.
De gira en México, auspiciada a través de la Embajada de Japón, Hiroshi hizo notar que este país ofrece 11 becas a estudiantes que deseen estudiar robótica en la Universidad de Osaka, con la finalidad de intercambiar conocimientos y tecnología.
“Con el desarrollo de la tecnología podemos evolucionar, hasta lograr la creación de un androide completamente autónomo, y al mismo tiempo capaz de actuar de forma mucho más humana, hasta comprender las intenciones y los deseos de la gente. Los androides probablemente acaben convirtiéndose en nuestros compañeros”, aseguró.Se trata de un sosia de su creador, el doctor Hiroshi Ishiguro, para quien la inteligencia artificial, debe verse como una esperanza y no como una amenaza. En entrevista con El Heraldo de México, él lo describe como ciencia androide. Actualmente, los androides Geminoid HI interactúan –con fines médicos– con niños autistas; y también los colocan en las vitrinas de las tiendas como maniquíes; “y ya estamos viendo la posibilidad de utilizarlos en el cine y como recepcionistas. Pensamos que podrían estar caminando por las calles dentro de 10 años”, auguró. El doctor admitió que, al principio, siempre hay una reacción negativa ante la nueva tecnología, “pero siempre acabamos por aceptarla porque mejora nuestra vida. En Japón, los robots son vistos como amigos, y es probable que este sentimiento se generalice por todo el planeta”. POR CRISTINA PÉREZ-STADELMANN Y JULIÁN TÉLLEZ