TRES EN RAYA

El acto de nacionalizar

Lo que hace el obradorismo, ni es nacionalista ni efectivo, y tampoco impacta de manera positiva en la población

OPINIÓN

·
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Que todo cambie para que todo siga igual. O peor... Las nacionalizaciones realizadas en este sexenio reflejan el desconocimiento del acto mismo, de la industria, del rubro en cuestión, así como cero estrategia o planeación que justifique el porqué de las adquisiciones. Se diría que, mientras se parezcan “de forma” a las políticas setenteras, las cuales ya sabemos dieron pésimos resultados, las actuales nacionalizaciones son adecuadas.

La nacionalización de las minas de sal, de la refinería Deer Park y de las 13 plantas de Iberdrola se han traducido en ventajas para las empresas transnacionales, pues estas se deshicieron de maquinaria e infraestructura vieja. Las que están en el ámbito energético les permite descarbonizarse más rápido. Para México, en cambio, significó adquirir activos vetustos, caros y cuya vida útil de ninguna manera explican la inversión realizada.

Los seis mil 200 millones de dólares que se le pagaron a Iberdrola son semejantes al costo del AIFA, y al igual que este (por cuanto a los vuelos y movimiento aéreo), con las plantas no aumentará la oferta de gas, sólo aumentarán los costos. En otras palabras, lo que no ha dicho el gobierno es que la compra de las mencionadas plantas NO agrega ni agregará nada a la capacidad de generación eléctrica del país. Esta es y será la misma, solo cambian de dueño (la CFE ya tiene más de 50% del mercado eléctrico, lo que lo convierte en un competidor dominante). Pero el gasto de los miles de millones de dólares lo hizo México (mediante nuestros impuestos), sin que con ello se agregue ni un watt al sistema eléctrico mexicano.

En 2021, la CFE invirtió 35 mil millones de pesos para generar 4,332 mega watts; ahora los contribuyentes acabamos de pagar 120 mil millones de pesos adicionales a Iberdrola para generar 8,500 MW, con lo cual —al menos a partir de esta operación— ¡el costo por mega watt se incrementó en 75% (de 8 mil a 14 mil)!!!

Eso sí, Manuel Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricidad, se ufana de que el año pasado la compañía tuvo la utilidad neta más alta de los últimos 10 años. Sí… salvo que no. Olvidó decir que esos resultados son sin descontar los 70 mil millones de pesos que se recibieron en subsidios. Los cuales son los que soportan sus cuentas alegres. De nada sirvió que hace unos meses el ministro de la SCJN, Alberto Pérez Dayán, diera su voto de calidad contra la Ley de la Industria Eléctrica y, con ello, permitiera al sector continuar intentando ser competitivo, además de desactivar un mega encontronazo internacional con Canadá y Estados Unidos.

Por cuanto a Deer Park, todo se resume en el siguiente párrafo: el gobierno presume que su utilidad neta fue la mayor en los últimos diez años. Olvidaron decir que el resultado económico responde al alza en los precios del petróleo y que en el poco tiempo que ha estado operada por Pemex, el procesamiento de crudo bajó en un 14%, al pasar de 307 mil barriles diarios a 264 mil. 

La última nacionalización que ha hecho la 4t fue de la mayor mina de sal en nuestro país. Solo quiero decirles que espero que al menos los “gobernícolas” (Ricardo Salinas Pliego, “dixit”) tengan claro que NO es sal comestible. Veamos: no hay ninguna indicación, cálculo, esquema o programación estratégica que indique que la nacionalización tiene algún propósito económico positivo.

Si en el gobierno federal piensan que seguirán vendiendo la sal a Japón, temo informarles que no será así. El acuerdo de ventas existía antes con ese país porque uno de los exdueños de la mina era Mitsubishi (empresa japonesa), pero ahora esa y otras compañías se han redirigido a comprar ese tipo de sal desde China (país que es el mayor productor de sal en el mundo) y a precios mucho más competitivos.

México desembolsó mil 500 millones de pesos para nacionalizar una empresa que ya era 49% nacional. Sin un plan de negocio, poco sorprende que este acto agregue valor a la economía mexicana. Lo que es más, para seguir operando la mina —pero ya sin los japoneses— se requiere hacer una inversión muy fuerte en su infraestructura portuaria.

¿Para qué, entonces, todo este borlote? Para que AMLO pudiera salir a decir que “la nacionalización de Exportadora de Sal consolida el modelo del humanismo mexicano y una política social enfocada en el desarrollo económico y sostenible para el pueblo de México”. Una que en realidad no consolida nada, ni apoya al desarrollo económico y sostenible, y que solo usará mal un recurso escaso que estaba destinado a la industria minera nacional como un todo.

Estos y otros casos de nacionalización muestran el gasto de recursos (dinero) en empresas en las que no era estrictamente necesario invertir. El acto de nacionalizar del obradorismo, ni es nacionalista ni efectivo, y tampoco impacta de manera positiva en la población. Son actos populistas (y en torno a los cuales cada vez se sospecha más sirven para enriquecen a allegados al régimen) que llevarán a López Obrador a figurar en los libros de historia de México como uno de los líderes más infames.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

COLABORADORA

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM 

PAL