UN MONTÓN DE PLATA

La última vez que vi a Alberto Baillères

El desempeño financiero y operativo de sus negocios debía ir acompañado de un adecuado desarrollo humano en los equipos de trabajo de sus empresas

OPINIÓN

·
Carlos Mota / Un Montón de Plata / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La última vez que vi a Alberto Baillères fue en la Plaza de Toros México, hace unos cuatro años, cuando su empresa taurina había ingresado a operar las corridas de toros en ese coso. Antes también lo había visto en el palco de honor de la Monumental de Aguascalientes. Lo acompañaba prácticamente toda su familia, en el regreso del matador José Tomás a México tras una ausencia de años. 

Baillères preservó como nadie los valores de la mexicanidad. Esa —junto con su apoyo irrestricto a la educación superior a través del ITAM—, fue su cualidad más valiosa como filántropo. Su gusto por la charrería y la tauromaquia estaban plasmados en sendos comedores ejecutivos de su edificio corporativo de Grupo Bal, arriba de El Palacio de Hierro de Moliere, en Polanco. Nunca dudó que esas expresiones culturales debían ser preservadas y patrocinadas, por la relevancia que tenían para definirnos como mexicanos, incluso con la pérdida financiera que le representaban. 

Para Baillères el desempeño financiero y operativo de sus negocios siempre debía ir acompañado de un adecuado desarrollo humano en los equipos de trabajo que conformaban sus empresas. Durante años fueron famosas las comidas navideñas a las que acudían los directivos principales de su empresa de seguros GNP; de su afore, Profuturo; de las mineras Peñoles y Fresnillo; y de las tiendas departamentales El Palacio de Hierro, entre otras. Yo participé en algunas de esas comidas cuando dirigí la maestría en Administración del ITAM, y siempre me llamó la atención la admiración con la que los ejecutivos de las diferentes empresas se referían a él. Cuando ya no participaba en el grupo, me llegaban rumores sobre su irrestricta disciplina y estilo, ya entrado el siglo XXI: en las juntas de los comités de dirección había que dejar los celulares afuera, para que la gente se concentrara en los temas, en los números, en las metas, en la gente. No dudo que así habría sido. 

Baillères tuvo la sabiduría de operar un proceso de sucesión a tiempo hacia su hijo Alejandro, quien desde hace años se involucró en varios de los negocios y quien había tomado el mando del Grupo Bal de tiempo atrás; acompañado de un cuerpo de directores corporativos de primer nivel, y muy destacadamente de Arturo Fernández, rector del ITAM. 

México perdió la semana pasada un empresario trascendental, pero ganó una leyenda en la constelación de individuos que han forjado la identidad empresarial y cultural más sólida del país. Y esa leyenda, institucionalmente preservada, tiene un gran futuro garantizado. 

BRYSTOL MYERS SQUIBB 

La farmacéutica Bristol Myers Squibb nombró a Florencia Davel como su nueva vicepresidenta y directora general para Latinoamérica. También dirigirá el Centro de Excelencia para Mercados Distribuidores, con responsabilidad para 40 países. 

POR CARLOS MOTA
WHATSAPP: 56-1164-9060
TIKTOK: @SOYCARLOSMOTA

PAL