ANÁLISIS

Diálogo y escucha ante el extremismo

El Papa Francisco promueve la cultura del encuentro frente a la polarización de las sociedades

OPINIÓN

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Rodrigo Guerra López / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En tiempos de alta polarización social o política los riesgos se multiplican, el extremismo avanza ocupando espacios inéditos, y disminuye la voluntad de diálogo y acuerdo. El extremismo no suele abrirse para aprender del otro al que pretende vencer. Al contrario, fácilmente descalifica, señala y acusa, cuando alguien se arriesga a escuchar, a encontrarse, a convocar.

El extremismo, sea del bando que sea, es ideológico. Evidentemente la palabra “ideología” admite diversos significados. Aquí la usamos en el sentido de reduccionismo interpretador de la realidad. El extremista mira el todo a la luz del fragmento, y sumergido en este eclipse de la razón, se enfrenta a la realidad con parcialidad facciosa.

Pensemos en las recientes tensiones electorales en Estados Unidos, en Chile o en Brasil. Para quienes han caído en ideología, el que no apoya a un bando es aliado del otro. La ideología no permite pensar de otro modo: quien critica a Trump ha de ser aliado de Biden, quien detecta riesgos en Boric seguro hace campaña por Kast, quien no está de acuerdo con Bolsonaro ha de tener un pacto con Lula.

Ya sumergidos en el fango de la ideología, la construcción lenta de puentes tiende a interpretarse como claudicación, como traición, como incoherencia insoportable. El Papa Francisco, consciente de estas atmósferas, repropone en la Encíclica “Fratelli tutti” una lógica diversa: encontrarse con todos, tender puentes, no temer a escuchar las más diversas posturas, aún a sabiendas que poseen límites. Esta misma intuición de fondo, es la que anima la “sinodalidad”, es decir, el esfuerzo que la Iglesia realiza por reactivar el “caminar juntos”: no dejar fuera a nadie, escuchar con humildad a los cercanos y a los alejados.

Es interesante observar cómo Francisco recibe en el Vaticano a Gustavo Petro, exmilitante del grupo guerrillero M-19; cómo se encuentra con Victor Orban, primer ministro de Hungría; cómo dialoga con Diego Neria, conocido transexual. ¿Acaso el Papa estará mal informado sobre quiénes son estos personajes? Si es la cabeza de la Iglesia ¿por qué se deja acompañar de quienes no viven con “coherencia” la moral o la fe?

En los evangelios encontramos situaciones análogas. La ideologización de la época observó escandalizada que Jesús se encontraba con samaritanos, con la mujer adúltera y con leprosos. En épocas posteriores, Agustín aprende de los paganos neo-platónicos y del mismísimo Cicerón; Tomás de Aquino estudia a profundidad el pensamiento del más importante filósofo promovido por el Islam medieval: Aristóteles; León XIII rescata los aspectos positivos de la República en Francia en tiempos en que los católicos pro-monárquicos la miran como un producto laicista y masónico; Juan Pablo II hace oración públicamente con líderes religiosos, cristianos y no cristianos, y autoriza una declaración conjunta con los luteranos sobre la justificación por medio de la fe.

La reconstrucción del tejido social y eclesial no se logra bajo la lógica del maximalismo y la polarización. Es en la valiente vocación de diálogo y encuentro donde existe un camino de futuro para la sociedad y para la Iglesia.

POR RODRIGO GUERRA
SECRETARIO DE LA COMISIÓN PONTIFICIA PARA AMÉRICA LATINA
RODRIGOGUERRA@MAC.COM

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