COLUMNA INVITADA

La sucesión presidencial: tres precandidatos

Cuando concluye el primer tercio de un gobierno en donde existe un enorme poder del Presidente, él empieza a pensar en su propia sucesión, en función de sus proyectos o sus intereses; la regla es que casi siempre se equivocan.

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena/ Columna Invitada/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Cuando concluye el primer tercio de un gobierno en donde existe un enorme poder del Presidente y un Partido hegemónico, nos demuestra la historia moderna de México que surgen dos preocupaciones en el titular del Ejecutivo Federal: por una parte, empieza a correr el tiempo a gran velocidad y emerge la prisa por llevar adelante los programas y obras que se prometieron; y, en segundo lugar, el Presidente empieza a pensar en su propia sucesión, en función de sus proyectos o sus intereses; la regla es que casi siempre se equivocan.

En la presidencia de Miguel Alemán la clase política priísta suponía que el sucesor sería Fernando Casas Alemán, a la sazón regente de la Ciudad; no fue así, surgió la figura del discreto y obscuro Adolfo Ruiz Cortines, quien fue un gran Presidente, pero chocó con su antecesor. El juego del tapado, que consistía en engañar a los políticos del Sistema, lo inició don Adolfo Ruiz Cortines y parecía que el elegido sería Gilberto Flores Muñoz, secretario de Agricultura y Ganadera, o Ángel Carbajal, secretario de Gobernación, de pronto, el mago sacó de la chistera la candidatura de un joven brillante y leal al Presidente, don Adolfo López Mateos, cuya sucesión fue la excepción de la regla, pues, la carrera la ganó desde el principio, Gustavo Díaz Ordaz, quien a su vez parecía promover al general y licenciado Alfonso Corona del Rosal; pero, el burócrata discreto, Luis Echeverría, surgió y fue un buen presidente. Años después, mientras Jesús Reyes Heroles convocaba a todos los priístas en el cine Versalles, en la casa de Venustiano Carranza –en las calles de Lerma— Echeverría destapaba a su querido amigo –sin méritos y frívolo— José López Portillo, quien pronto traicionó a su mentor, al igual que el gris Miguel de la Madrid, quien disputó la candidatura con Pedro Ojeda Paullada; De La Madrid le dio su venía a Carlos Salinas de Gortari, en lugar de Manuel Bartlett Díaz o Sergio García Ramírez, y el propio Salinas parecía impulsar definitivamente a su querido amigo Manuel Camacho Solís y, al final, se decantó por Luis Donaldo Colosio Murrieta, de fatal sino.

En la actualidad, existen tres claros precandidatos. En el gabinete sólo hay uno, que parece tener las capacidades que se requieren, Marcelo Ebrard Casaubón, con exitosa carrera política y que hoy juega en todas las bandas e interviene en todos los temas; maneja desde el Instituto Nacional de Migración, hasta encabezar la compra de medicinas para el país y la búsqueda de una vacuna para combatir la pandemia que padecemos; dirige la relación con Estados Unidos y logró la alianza con Trump a través de su viejo conocido, el ex Alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, a quien contrató para utilizar su estrategia de “cero tolerancia”. Sin embargo, este próximo mes cambiará la ecuación de las relaciones con el Imperio y esto puede afectarlo; él debe tener muy en cuenta lo que le pasó a su jefe y amigo, Manuel Camacho Solís, quien tuvo en sus manos diversos asuntos importantes y parecía ser el único y, sin embargo, no logró su objetivo.

Dos. De todos los gobernadores, la única que tiene posibilidades es Claudia Sheinbaum, que goza de la plena confianza del Presidente y que tiene un recorrido aceptable como funcionaria y como académica; se ha desempeñado razonablemente bien, a pesar de los graves tropiezos que enfrenta con motivo del coronavirus; en su pasado pesa la imagen de su exmarido, Carlos Imaz, gravado en los famosos videos de corrupción del señor Ahumada.

Tres. De entre todos los legisladores, el único que tiene las capacidades y el manejo político en este momento es el Senador Ricardo Monreal, aliado de López Obrador de muchos años; aun cuando su carrera política le ha permitido tener un brillo propio, es probable no sea del agrado total del Presidente, simplemente recordemos el encontronazo que tuvieron cuando la encuesta –amañada como siempre— que le dio la candidatura de la Ciudad de México a doña Claudia Sheinbaum y no a él. No obstante, el manejo inteligente y aperturista del Senado lo ha posicionado nuevamente para poder ser el candidato a la presidencia de la República por Morena, o por otro u otros partidos. Habrá que seguirlo con interés y cercanía.

El Presidente tendrá en los próximos meses muchas preocupaciones, pero sin duda, una será quién podría continuar los objetivos de su gobierno.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM