No tiene caso investigar las palabras exactas que dijo el agresor de Octavio Muciño, ya que no hay nada que justifique que una de las mayores leyendas en el futbol mexicano perdiera la vida sin desplegar todo el potencial que tenía reservado.
Lo que sí es un hecho es que la distancia con la que el agresor le apuntó con su arma de fuego hizo casi imposible que fallara en su intento de dañar al jugador que conquistó la cima con Cruz Azul y era además una de las nuevas adquisiciones de las Chivas del Guadalajara.
El primero de los disparos no dio en el blanco, pero el segundo marcó el destino del atleta, ya que impactó en la cabeza. Mientras el cuerpo del Muciño comenzaba la carrera en contra de la vida y la muerte, el arquitecto que ocasionó esta tragedia, identificado como Jaime Antonio Muldoon Barreto, detonó la pistola calibre .25 dos veces más.
Los impactos le dieron en el pecho y en el hombro al recién contratado por las Chivas. El saberse observado ocasionó que el homicida escapara en su automóvil. De ahí en adelante no se supo más de su destino; algunos medios estimaron que para evitar el ser detenido huyó a España.
Mientras el agresor de alejaba del lugar de los hechos, los paramédicos pudieron alargar la vida del delantero para que recibiera la atención de manos más especializadas.
El azul carece de gol para hoy
Después de horas de cirugía, el cuerpo del joven de 24 años de edad libró su última batalla en estado de coma. Tres días duró la agonía de quien fuera uno de los referentes nacionales más importantes en el futbol.
Roberto, hermano del deportista, estimó en una entrevista para Televisa hace unos años que la lesión había sido lo suficientemente grave como para poner en riesgo la carrera de Octavio, por lo que agradece que en lugar de tener una vida complicada, en silla o de ruedas o afectada por las secuelas de los disparos, "El Centavo" haya perecido sin problemas.
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Una muerte que el destino no quiso evitar
El futbol tiene tantas implicaciones en la existencia que incluso tiene el poder de cambiar el destino de la gente. Este fue el caso de Octavio Muciño, quien pudo haber salvado su vida en otras condiciones.
De 1930 a la fecha, México no ha participado en cinco emisiones del Mundial de Futbol. Durante la generación de "El Centavo", la clasificación era casi un hecho; sin embargo una goleada de 4-0 por parte de Trinidad y Tobago dejó al conjunto azteca fuera del mayor certamen del deporte.
La competencia de ese año se llevó a cabo en Alemania entre el 13 de junio y el 7 de julio de 1974, solamente 10 días después de la muerte del delantero.
El haber sido convocado con la Selección Mexicana, en caso de que esta hubiera clasificado, hubiera hecho que el joven viajara con el conjunto nacional hasta Alemania desde unas semanas antes e inclusive pudo haber sido llamado a alguna concentración especial lejos del lugar donde fue asesinado.
Sin embargo, el destino no lo quiso así y terminó por estar en la ciudad de Guadalajara, aquella fatídica noche en la que salió detrás de Jaime Antonio Muldoon con la intención de arreglar el conflicto que se había suscitado minutos antes entre los dos y en lugar de encontrarse con otra mano que se extendía para llegar a la suya, se topó con un junior que prefirió disparar en contra de su rival.
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